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Latinoamérica y su péndulo histórico

Ricardo Pascoe Pierce

Ricardo Pascoe Pierce

En el filo

 

Tal parece que América Latina oscila históricamente entre dos modelos de desarrollo alternativos, sin encontrar su compás equilibrado entre crecimiento y bienestar. Es un debate que arreció después de la Segunda Guerra Mundial, con la creación de la Organización de las Naciones Unidas. Y tomó un ritmo huracanado a partir de la promesa de la Revolución cubana, de que la igualdad podía estar en el centro del quehacer de los Estados nacionales. La igualdad pareció ser un horizonte alcanzable.

Durante décadas la disyuntiva parecía residir entre socialismo o capitalismo. Cuando ese supuesto se reventó en 1989 con la caída del muro de Berlín, surgieron nuevas perspectivas. Entonces el dilema se planteaba entre la integración de América Latina a la lógica del mercado global o se impulsaba el crecimiento económico a partir de sus posibilidades nacionales exclusivamente, desarrollando fuerzas productivas internas y promoviendo la autosustentabilidad.

Estos dos modelos conllevan implicaciones políticas. Mientras el modelo de mercado requiere de un sistema político de representación plural y democrática capaz de debatir políticas de bienestar y crecimiento, el del nacionalismo necesita cerrar las puertas a promotores del modelo del mercado. Necesita de un sistema político hegemónico, con movilización popular “en defensa de sus conquistas”, viendo la promoción del modelo de mercado como una amenaza existencial que permitirá el regreso de privilegios.  

Desde 1989, América Latina ha oscilado pendularmente entre los dos modelos, sin encontrar estabilidad económica ni política para la plena consolidación de alguno de ellos. Ninguno logra ser claramente hegemónico en términos ideológicos ni en el pensamiento general. Reina la confusión. Las etiquetas “neoliberalismo” y “populismo” son utilizadas para confundir el debate, por su uso demagógico, no científico. Incluso la revolución tecnológica incide en las oscilaciones de modelos.

En toda América Latina, ambos modelos han representado altos costos para sus sociedades. Con ambos casos los costes sociales en materia salarial, salud, educación, empleo, vivienda y alimentación han significado un retroceso en el nivel de vida de sus pueblos. La inestabilidad política es una consecuencia.

América Latina parece condenada a moverse cual péndulo entre el nacionalismo y el mercado, sin encontrar un esquema que satisfaga a las sociedades en su conjunto. Por lo pronto, la región tendrá un crecimiento económico promedio alrededor del 0,5%, muy por debajo del promedio mundial del 3 por ciento.

México es el último ejemplo del experimento nacionalista antimercado en América Latina. Está tomando pasos para cercenar su democracia e imponer un poder hegemónico, para volverse “autosustentable”.
Mientras tanto, deja de crecer y su interna desigualdad aumenta.

Mientras tanto, el péndulo histórico sigue marcado la pauta.

@rpascoep

 

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