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Exceso de cesáreas

Raymundo Canales de la Fuente

Raymundo Canales de la Fuente

 

Trascienden datos nuevos de nuestro sistema sanitario en general, acerca de la proporción elevada de manera absurda en cuanto a los nacimientos por cesárea. Quizá la cifra, intentando ser conservador, rebasa ya el 40% de los nacimientos que ocurren en México cada año.

Por supuesto hemos avanzado en términos de la disminución de la muerte materna, pero no en las proporciones deseadas, al tiempo que estamos propiciando un sistema de nacimientos mediante la operación cesárea. Cuando analizamos caso por caso, resulta que todas están explícitamente justificadas por su médico. Estoy cansado de escuchar historias acerca de que “eso fue lo que decidió la paciente”.

Por supuesto que ésa fue la decisión de la mujer, pero con una información sesgada otorgada por el personal de salud y, frecuentemente, en respuesta a lo que claramente he calificado como “violencia obstétrica” por parte del sistema sanitario.

Las mujeres cuando son hospitalizadas en trabajo de parto, prácticamente en todas nuestras instituciones, acceden sin compañía, les solicitan que entreguen todas sus pertenencias a la familia, por lo que permanecen incomunicadas, las conducen a un lugar sin luz natural que les impide conocer la hora aproximada, permanecen acostadas sin poder moverse durante muy largas horas sin acceso a un baño, en ayuno permanente, con una solución intravenosa mediante la cual se les puede aplicar oxitocina a veces sin su conocimiento.

No es necesario ser genio para saber que pasadas 12 horas en esas condiciones (que más bien parecen una tortura) cualquier persona en su sano juicio implora al personal de salud que se haga lo que sea para poder salir de ahí, por supuesto, incluyendo una cesárea. Entonces sí es cierto, en esas condiciones, la “paciente solicita la cesárea”... bajo coacción, deberíamos agregar, si pretendiéramos ser honestos.

Al margen de la crítica, a la que todos deberíamos estar dispuestos, lo importante es conocer las causas de esta conducta y entender las modificaciones urgentes a nuestro sistema de salud. Las razones son históricas en el caso de México.

La intención que tuvo el IMSS hace muchos años para integrar a las parteras al sistema formal fracasó, en principio, debido a las diferencias entre ellas. Habían verdaderas expertas en la atención obstétrica, pero también las hubo carentes de la preparación más elemental, y el Estado no tuvo capacidad para discriminar en aquel momento, de forma que la respuesta consistió en prescindir de ellas.

Los países avanzados como los europeos y algunos latinoamericanos han articulado una estrategia para la formación profesional de parteras en las universidades, lo que les otorga mucha seguridad en la actuación de dichas profesionales, y no solamente ha servido para bajar la proporción de cesáreas, sino que han contribuido a la disminución de la muerte materna.

¿Está muy difícil de entender? Urge articularlo en México. Punto.

 

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