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Facultad de Derecho, fragua de juristas

Raúl Contreras Bustamante

Raúl Contreras Bustamante

Corolario

México pasa por uno de los momentos más difíciles que como nación nos ha tocado enfrentar, con motivo de la inseguridad, falta de crecimiento suficiente, desempleo y la pandemia del covid-19, cuyos efectos pueden dar por resultado una grave crisis económica de pronóstico reservado.

Sin embargo, dentro de ese cúmulo de adversidades, existen algunas noticias que el país tiene para celebrar. Una de ellas fue dada a conocer de manera reciente por la prestigiada empresa británica QS World University Rankings, que en su clasificación mundial señala que en 2020, la UNAM se ubicó dentro de las 100 mejores universidades del mundo y una de las dos más importantes de Iberoamérica, junto con la Universidad de Buenos Aires. Desde el año 2016, la universidad nacional ha mostrado un ascenso sostenido en el ranking, avanzando 75 posiciones.

Los resultados anteriores son importantes si se toma en cuenta que este ranking clasifica a las mejores universidades del mundo en 48 áreas temáticas diferentes y sus evaluaciones se basan en el prestigio académico, la reputación de que gozan sus egresados entre los empleadores y el impacto de la investigación que cada entidad académica realiza.

Por su parte, la Facultad de Derecho se ubicó dentro del ranking en el lugar número 41 entre las mejores instituciones de enseñanza de Derecho en el mundo —habiendo sido evaluadas 300 universidades—, manteniéndose por cuarto año dentro de las primerísimas de América Latina, España y Portugal. Ha avanzado 7 lugares con respecto al año anterior. El lugar obtenido por la Facultad de Derecho es el resultado de un arduo trabajo de sus trabajadores, alumnos y profesores, siendo estos últimos una comunidad docente de alta calidad, ya que la mayoría de los maestros cuenta con alguna especialización, maestría o doctorado y muchos forman parte del Sistema Nacional de Investigadores.

Un claustro académico envidiable para cualquier institución. Debido a la suspensión de actividades presenciales a que obligó a las instituciones educativas de todo el mundo la pandemia, a partir del mes de marzo la comunidad de la Facultad de Derecho tuvo un comportamiento ejemplar. Maestros y alumnos migraron a la educación a distancia de manera inmediata y aprendieron de forma conjunta a utilizar las nuevas herramientas informáticas —las llamadas aulas virtuales— con mucho entusiasmo y dedicación, lo que permitió concluir el semestre con muy buenos resultados pedagógicos y educativos.

Los retos que se habrán de enfrentar en el futuro para poder proseguir con la impartición de educación de excelencia —durante el periodo que se pronostica prolongado en que dure la presencia de la pandemia— son complejos.

Se tendrán que tomar todas las medidas preventivas para proteger a la comunidad, sin desatender la calidad en la impartición de conocimientos, a través de métodos híbridos que combinen las actividades presenciales con las que deban impartirse a distancia.

La posición que hoy ocupa a nivel internacional la Facultad de Derecho de la universidad de la nación, es consecuencia de muchos esfuerzos, tradición y trabajo. Su compromiso con el pueblo de México —que es quien patrocina su institución y funcionamiento— es irrevocable. Por ello habrá que cuidarla y apoyarla, a fin de que siga siendo motivo de orgullo y preserve en alto el lema que nos identifica: Por mi raza, hablará el espíritu.

Como Corolario, las palabras del doctor en Sociología del Derecho, el portugués Boaventura de Sousa Santos: “El Estado sin Universidades públicas dejaría de ser nacional, para disolverse en el mar de intereses dominantes del capitalismo neoliberal”.

 

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