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El futuro de la ciencia y la tecnología

Raúl Contreras Bustamante

Raúl Contreras Bustamante

Corolario

 

Una sociedad respetuosa, educada y capacitada, cuyo conocimiento de los ciudadanos tenga como uno de sus principales propósitos la innovación y el espíritu emprendedor, sin duda activará el dinamismo de la economía de su país. Esa sociedad, podrá afrontar y competir con éxito ante los cambios económicos y políticos del mundo moderno.

Diversos autores especialistas advierten que la llamada Sociedad del Conocimiento –que no es más que nuestra sociedad proyectada hacia el futuro– necesitará para lidiar y triunfar frente a los enormes retos que representa este mundo global, una preparación estratégica muy especial, a la cual debemos enfocar nuestros esfuerzos. De tal suerte, que en pleno siglo XXI, la ciencia y la tecnología son más relevantes que nunca.

Los presupuestos destinados por las anteriores administraciones han estado muy por debajo de los porcentajes que en estos rubros financian las naciones desarrolladas, que han entendido que no se trata de un gasto sino de una inversión de carácter estratégico.

Países como Israel dedican el 4.21% de su Producto Interno Bruto (PIB) o el resto de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que en promedio invierten el 2.40%, mientras que México le destina menos del 0.5 por ciento.

Debido a la reforma educativa aprobada en mayo pasado, la fracción V del nuevo texto del artículo 3º constitucional, establece como derecho humano que toda persona pueda gozar de los beneficios del desarrollo de la ciencia y la innovación tecnológica. El Congreso deberá expedir las leyes generales secundarias, a más tardar en el año 2020.

Con motivo de lo anterior, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) está realizando diferentes foros para escuchar la opinión de la sociedad científica del país. Uno de ellos tuvo lugar hace unos días con la comunidad jurídica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En la comparecencia se destacó –entre otros temas– la importancia que reviste el nuevo enfoque que tiene la nueva Dirección del Consejo, reconociendo –dentro de la nueva lógica institucional– la importancia que tienen las ciencias sociales y las humanidades.

Durante los últimos gobiernos, estas disciplinas habían padecido una atención y un trato de gran indiferencia; privilegiando los apoyos hacia las ciencias duras, teniendo una visión –incluso– despegada a los intereses y problemas del propio ser humano, quizá porque estas áreas del conocimiento no muestran una vinculación evidente a resultados económicos o productivos inmediatos.

Los grandes problemas nacionales existentes como: la falta de educación, menoscabo de seguridad pública; violencia; distribución inequitativa e injusta de la riqueza; corrupción; deterioro del respeto al Estado de derecho e impunidad; entre otros, demandan intensificar la atención de las disciplinas sociales y humanísticas, por ejemplo, la ciencia jurídica, cuyo objeto de estudio es el derecho.

La crisis que México vive encuentra su origen –sin duda– en una problemática de carácter ético y cultural. No atender esto –de manera científica– impedirá comprender los orígenes y las causas de los actuales fenómenos sociales que estamos padeciendo como sociedad y de poco servirá seguir combatiendo solamente las consecuencias de esos padecimientos.

La comunidad jurídica universitaria se comprometió a seguir de cerca el proceso legislativo del diseño de la nueva normatividad en materia de ciencia y tecnología y, con ello, coadyuvar a proyectar el futuro de México, como una nación desarrollada y exitosa.

Como Corolario, las palabras de Sócrates: “Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia”.

 

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