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¿Y si fueran tu abuelito o tu abuelita?

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

 

Hay de aquel que no honra
a sus mayores”.

El Corán

 

Querido viejo: estamos viviendo situaciones que nunca imaginamos, cambios en nuestras vidas que nos afectan sin que sepamos bien a bien cómo y en qué van a terminar.

Nosotros los viejos no entendemos los recortes en los programas para bebés, mujeres en situación de peligro y ancianos. Callamos y no decimos nada hasta que la noticia nos llega a afectar personalmente.

Por eso, querido viejo, en lugar de hablarte y dirigirme a ti, quiero usar este espacio para dirigirme a los funcionarios gubernamentales, en la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la Secretaría de Salud y otras dependencias, para preguntarles:

Estimado funcionario, estimada funcionaria: tú tienes seguramente capacidad de raciocinio, bases educativas, valores, afectos y amores; ¿y si la víctima de esos recortes y esas limitaciones presupuestales fueran tu abuelito o tu abuelita?, ¿serás capaz de cortar de un tajo los apoyos y los aportes que por ley y por dignidad merecen tus abuelos después de haber trabajado toda su vida para ofrecerte lo mejor y lograr que tu vida sea productiva?

Estimado funcionario, estimada funcionaria: ¿te das cuenta de que, como tú, miles de mexicanos tienen familiares de edad avanzada, muchos de los cuales necesitan la atención por su salud deteriorada y el apoyo que el gobierno está obligado a proporcionar como parte de sus obligaciones?, ¿te das cuenta de que miles de personas enferman y mueren por esos recortes? Como hoy, que supe de una persona que sufrió una grave hemorragia porque no había estudios de laboratorio en el Instituto Nacional de Cardiología, no pudo hacer los análisis de control y la dosificación de sus anticoagulantes no fue adecuada.

Estimado funcionario, estimada funcionaria: ¿te das cuenta de que una de las primeras obligaciones de todo gobierno es velar por la vida y la salud de todos los habitantes?, ¿te das cuenta de que es hay más riesgo al carecer de un medicamento indispensable que ser asaltado o robado en la calle?

Todos deseamos que a los viejos se nos trate como merecemos. Somos quienes de una manera o de otra hemos construido el país en el que vivimos: unos como empleados, otros como profesionales, otros como comerciantes, unos más como maestros, como padres o madres, todos, de acuerdo con nuestras capacidades, hemos sido mexicanos de tiempo completo, cumplidores y capaces. ¿Por qué ahora nos tratan como desechos de la vida?, ¿por qué ahora cortan los programas sin misericordia y nos abandonan a nuestra suerte?

En todas las épocas, en todas las culturas, el respeto para los viejos ha sido fundamental; en Grecia se crearon por primera vez las instituciones dedicadas a los ancianos desamparados, una de ellas, relatada por Vitruvio, era una casa de Creso en la que los habitantes por su edad avanzada tenían el privilegio de vivir en paz, fue la primera casa de retiro

En Yucatán, los relatos del Popol Vuh, un relato maya, aconsejan: “pregunta a tu abuelo, a tu abuela, a los mayores, ellos tienen la paz, la sabiduría la conciencia”.

Sabemos que las intenciones de la nueva administración son limpiar todo el país de problemas, mentiras y corrupción, pero eso no se logra destruyendo de un tajo todo lo que se logró por decenios. Lo que está mal debe desaparecer, pero no lo que por años ha confirmado su bondad. Por eso reitero mi pregunta a los funcionarios: señor, señora, ¿y si fueran tu abuelito o tu abuelita, harías lo mismo?

 

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