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Viejo mi querido viejo

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

El sueño de la razón produce monstruos

F.  Goya

 

Mi querido viejo: este artículo te lo dedico a ti en particular, que estás solo por diversas razones, tu familia ya no está contigo y te enfrentas solito a estas semanas de aislamiento debido a la pandemia que ha cambiado al mundo entero; hasta allá, viejo querido, a tu casa, a tu soledad, quiero hacer llegar mi saludo solidario, mi apoyo y mis mejores deseos, y estoy seguro que viejos amigos y compañeros te acompañan a la distancia.

Las epidemias son parte de nuestra historia; desde antes de que llegaran los españoles hubo una epidemia de tifo en 1508, y cuando ellos llegaron, surgió en 1520 entre los indígenas una grave epidemia de cocoliztli (tal vez tifoidea por salmonella), junto con ésta, la viruela causó también muchas muertes y se repitió periódicamente por siglos

En 1531 llegó el sarampión y nuevamente el tifo conocido como matlazahuatl; en 1575 hubo peste bubónica, gravísima; mató en México a cuatro de cada cinco personas; siguieron así las epidemias y en 1833 hubo una gran epidemia de cólera. En 1918, la pandemia de Fiebre española en México causó 300 mil víctimas, la poliomielitis en los años 50 fue otra gran epidemia, luego vendría el VIH en los 80, el cólera en los años 90, la más reciente fue la influenza en 2009, del H1N1 que, seguramente, tú recuerdas.

¿Por qué hago ese pequeño recuento de epidemias y pandemias?, porque en todas las épocas, en todos los países han existido, algunas con más mortalidad, otras con menos, y hemos aprendido que el aislamiento es efectivo y podrá disminuir la severidad del problema; además, hoy contamos con mejores medicamentos, equipos y tecnología para enfrentarlas de la mejor manera

Pero me importas tú, querido viejo, porque para nadie es buena la reclusión, —pregúntales a los presos de todas las cárceles—, y como no estamos acostumbrados a ese confinamiento y la soledad no es la mejor compañera, sufrimos incomodidad, luego inquietud, después ansiedad, luego hastío, y esto llega a la frustración, los pensamientos sombríos y la depresión; doña Soledad y doña Depresión son malas compañeras.

Es ahora y no mañana cuando debes actuar, y creo que lo primero es retomar o aumentar si es posible la relación con tu familia, tus viejos compañeros de clase o trabajo, tus amigos, y te sorprenderá la respuesta que hará bien a todos, aún a distancia, la amistad y el amor son fundamentales.

Además, tu casa es tu nido, y no dudo que esté un poco revuelto y que tu ropa y tus libros no estén en orden; es el momento de aprovechar estas horas vacías para poner orden en tu casa, tal vez para revisar tus medicamentos y desechar los que ya no usas o están vencidos o caducos; ahora hay tiempo para retomar ese instrumento que ya habías olvidado, toca la guitarra, el saxofón, el piano, o escribe tus reflexiones y tus pensamientos en papel o en la computadora. No te preocupes, ocúpate.

Y ocúpate en especial de tu salud: come bien, sin excesos, hidrátate bien, haz ejercicio (recuerda los ejercicios Bailar sentado que aquí presenté), y sobre todo, querido viejo, sonríe, sonríe una y mil veces, frente al espejo, en la ventana, al comer, al descansar, sonríe porque estás vivo y ese optimismo te permitirá sortear aunque estés solito, esta etapa que nos tocó vivir.

 

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