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Somos viejos... ¡y qué!

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

¡Vive la vida, olvida tu edad, date

gusto a ti y no a los demás!

 

Mi querido viejo, comienza un nuevo año, una nueva época de nuestra vida. Nunca imaginamos vivir estos meses ni imaginamos que la especie humana fuera amenazada por un microscópico ser que ni siquiera tiene vida propia, pero así fue. Millones de seres humanos enfermaron, millones murieron y el problema seguirá por todo este año o tal vez más.

Lo que importa ahora, querido viejo, es tratar de dejar atrás las experiencias de peligro, de preocupación o de dolor y ver hacia adelante, porque estás vivo y es el momento de decidir y pensar en positivo para disfrutar de la mejor manera éste y los años por venir.

Aquí te he dicho que somos sobrevivientes de una invasión sin fusiles ni balas y que nos hemos defendido gracias a que usamos un trapo en la boca y sana distancia. Y ésta última tarea es la más difícil de cumplir, pues anhelamos abrazar a nuestros seres queridos. Hoy sabemos que poco a poco llegará la vacuna que podrá vencer al enemigo y tú estarás listo para recibirla cuando se dé la oportunidad. Mientras tanto, el cubrebocas será nuestra mejor defensa.

Escribo estas líneas después de haber hablado con un amigo que conocí en la infancia que era muy alegre y “entrón”, buen deportista y estudiante; su vida ha sido un poco azarosa porque tuvo épocas de bonanza, pero, por la razón que sea, no está en su mejor momento. Al conversar con él me dijo: “aquí estoy, Rafael, pero a mis años creo que ya no hay nada qué hacer sino esperar el final”.

Y me quedé pensando: ¿qué quiso decir con “a mis años”? ¿La edad es el pretexto para no hacer nada?, ¿vamos a esperar el final como se espera un camión que nos llevará al camposanto?, ¿qué ya no hay nada que hacer mientras llega ese día?, ¿no es la depresión una forma de morir poco a poco?, ¿será que ser viejo es un impedimento para vivir?

Cada día comienza una jornada a la que podemos sacarle jugo de acuerdo a lo que queremos hacer. Sacarle jugo es ser optimistas desde que nos vemos frente al espejo, es disfrutar el desayuno como si fuera un banquete. Sacarle jugo es llamar y conversar con tu compañera o compañero, recordar buenos tiempos e imaginar lo que vamos a hacer en este año. Sacarle jugo es cuidar más nuestra salud, es leer aquel libro que se quedó olvidado o retomar la guitarra a pesar de tener los dedos menos hábiles que antes.

Pero, sobre todo, sacar el jugo a cada día supone que olvidemos eso que se llama la edad o la vejez. Tus huesos, tus músculos, tu corazón y tu cerebro son los mismos que el año pasado. Si recordar tu edad sirve para que estés orgulloso de ella, ¡enhorabuena!, pero si es pretexto para que te lamentes por “estar viejo”, pues no servirá de nada.

¡Somos viejos y qué!, podrás decir conmigo, somos viejos y vamos adelante, somos viejos y damos y daremos ejemplo de amor a la vida, cada día, cada hora, porque recuerda los muchos viejos en la historia que hicieron sus mejores obras, escribieron los mejores libros, pintaron sus mejores cuadros, construyeron los mejores edificios y realizaron las más increíbles hazañas cuando eran viejos, como tú y como yo.

“Somos viejos… ¡y qué!”, puede ser un mantra para que vivamos plenamente los años por venir. Como dice la sentencia: “Vive la vida, olvida tu edad, date gusto a ti y no a los demás”.

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