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Salud para todos

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

Al iniciar la presente administración y aun poco antes, quienes tienen ahora bajo su mando el sistema de salud expresaron de forma crudelísima su visión de la salud en México: “la salud está en ruinas”, “esto es un desastre”, “se hará una revisión exhaustiva del sistema que está fragmentado y es inoperante”, etcétera, técnica que desde Joseph Goebbels se usa para depreciar todo lo anterior y ubicar el presente como la mejor solución.

Lo cierto es que México puede estar orgulloso de su sistema de salud, porque ha logrado no pocos triunfos: la vacunación universal, el control de las enfermedades diarreicas infantiles, la disminución (aún incompleta) de la mortalidad materna e infantil: se han construido cientos de hospitales, miles de clínicas, centros de salud y demás, se realizan más de millón y medio de consultas diariamente, miles de intervenciones quirúrgicas y partos, decenas de miles de atenciones de urgencias, y mucho más; pero aún falta mucho, porque en México como en todo el mundo, el problema son las enfermedades crónicas: obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades pulmonares y cáncer, que matan en todo el mundo a más de 15 millones de individuos cada año, y lo hacen en edades productivas, de los 30 a los 60 años.

Y frente a esto, la nueva administración emprendió un plan que se ha dado a conocer y que, según los expertos en el tema, no es un plan de salud, uno de ellos señaló: “un plan debe tener objetivos, metas, tiempos, y debe describir exactamente cómo se va a ir de aquí para allá, y eso no se dice”; otro experto puntualizó: “el plan prioriza la federalización de la salud, pero no incluye al IMSS y al ISSSTE de manera efectiva, además de que en ningún momento menciona al sector privado como parte de la solución”.

Yo no soy experto ni mucho menos, pero me sorprende que hayan ingresado al sector salud profesionales capacitados y exitosos, junto con otros que no lo son tanto, y en cuanto a los planes y proyectos, el Seguro Popular desaparece y se llamará IMSS Bienestar (sic), se darán medicamentos gratuitos a toda la población, (¿cómo?), desaparece el Cuadro Básico de Medicamentos, (¿aparecerán y se recetarán mil productos “milagro”?), se concentrarán los esfuerzos en ocho estados de la República (ya se hizo hace sexenios con los “servicios coordinados”), IMSS estará ubicado en Michoacán (¿?), y la prestación de servicios será sostenible y transparente (sin comentarios).

La realidad es que, sin importar la calidad de planes y programas, ningún esfuerzo para mejorar la salud del pueblo mexicano y lograr “Salud para todos” será exitoso si se ignora la razón fundamental por la que los mexicanos somos líderes en obesidad, hipertensión, diabetes, infartos, cáncer y demás: el pueblo mexicano es ignorante, desconoce lo que es la salud y cómo cuidarla, su salud y su vida depende de mitos y costumbres, algunas ancestrales, y por eso prende una veladora a San Juditas en lugar de hacer análisis de laboratorio, por eso se hace una “limpia” (el propio Presidente se hizo una) en lugar de hacer una mastografía, por eso va al santuario de Chalma en lugar de tomar sus medicinas para la diabetes, por eso toma la cápsula de víbora en lugar de tratar el cáncer con quimioterapia.

Esa ignorancia explica las lamentables cifras de morbilidad y mortalidad de México, esa ignorancia, englobada en lo que se llaman determinantes sociales de la salud, requiere atención urgente, porque si no, seguiremos como estamos: clínicas y hospitales saturados, enfermos que llegan a Cancerología y el 90% son casos perdidos, etcétera, etcétera.

Señor Presidente: para que haya “Salud para todos”, como usted y todos deseamos, es urgente que se emprenda una gran cruzada por la salud, en la que participen todas las dependencias, en particular la Secretaría de Educación y la Secretaría de Desarrollo Social, ahora de Bienestar, y todas las dependencias; una cruzada que llegue a todas las escuelas para que los niños tengan educación para la salud, que llegue a las universidades para que enseñen más a proteger la salud que a curar la enfermedad.

Señor Presidente: la “atención primaria a la salud” no debe ser “atención a la enfermedad”, la educación en salud debe ser una prioridad y todos debemos participar, incluso con el ejemplo, que todos los funcionarios se hagan su antígeno prostático, todas las funcionarias su mastografía, etcétera, eso será mucho más efectivo que una “limpia”, por enternecedora que sea.

 

Médico y escritor

raalvare2009@hotmail.com         

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