Logo de Excélsior                                                        

Nosotros y el tabaco

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

Mi querido viejo: las más recientes disposiciones sanitarias sobre el tabaco, que considero muy importantes, aunque un poco extremas en algunos puntos, me hicieron recordar lo que nosotros vivimos hace más de 50 años, en nuestra infancia y adolescencia…

Te recordarás una de las bellísimas canciones de Cri-Cri, el Grillito Cantor, que hablaba del significado social del tabaco: “El conejo Chuchus ya tiene bigotes/ usa pantalones grandotes, grandotes/ va por la calle silbando, silbando/ y dice Doña Rosa que ya lo vio fumando”. Sí, querido viejo, fumar era en aquellos lejanos días una manifestación de crecimiento, ya no éramos niños, y aunque nuestros padres nos hablaban del tabaco, “que es sólo para adultos”, en nuestras aventuras adolescentes había quienes ya comenzaban a fumar, e incluso sabían cómo “darle el golpe” al cigarrillo.

El mundo es otro, la realidad hizo que aquella costumbre, que surgió del descubrimiento del nuevo mundo, se volviera universal; la historia señala que, en 1492, cuando Colón y sus hombres llegaban a las costas cubanas, observaron que los indígenas expulsaban humo por la boca, un humo que procedía de unos cilindros con hojas secas: el tabaco. Su consumo se asociaba a fines mágicos, religiosos y medicinales.

Las semillas del tabaco fueron llevadas por fray Román Pane a España en 1518, por los portugueses a su madre patria y Japón en 1573, por el nuncio papal Prospero Santacroce de Lisboa a Italia y por Walter Raleigh a Inglaterra en 1565. Jean Nicot de Villemain, embajador de Francia ante la corte portuguesa, envió en 1560 a la reina madre de su país, Catalina de Médici, “esta hierba codiciada”, cuyas virtudes medicinales había él comprobado, y así se fue diseminando por todo el mundo, las compañías tabacaleras crecieron de manera gigantesca, y el tabaco se usa solo, en cigarrillos de las más diversas marcas, picado, en pipas hermosas y elegantes, o enrollado, en puros originarios de Cuba.

Y así, los seres humanos se volvieron chimeneas, los usos del tabaco y sus “virtudes” fueron alabadas por poetas y escritores, el tabaco apareció en historias y novelas, en canciones inolvidables; todos recordamos a Sarita Montiel cantando Fumando espero, y a Marlene Dietrich con un cigarro en la boca en sus inolvidables filmes, o sea que, aunque no seamos fumadores, el tabaco ha estado en nuestras vidas siempre.

Si eres fumador, querido viejo, es posible que te encuentres sano, pero hay grandes posibilidades de que tengas problemas en los pulmones y en el corazón, que necesitan atención; si dejaste de fumar, te felicito, porque podrás añadir años a tu vida.

La realidad es que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud y la Oficina Panamericana de la Salud: “El tabaco es el único producto de consumo legal que mata hasta la mitad de sus usuarios cuando se utiliza exactamente de acuerdo a las indicaciones del fabricante”, ¿qué te parece, querido viejo?

A nuestros años, es bueno reflexionar sobre todo lo que hemos vivido, para dar gracias a la vida por estar aquí, y recordar las múltiples anécdotas sobre el tabaco, cuando nos regañaban nuestros papás, cuando soñábamos con aquellas actrices que fumaban, y cuando tuvimos aquel acceso de tos por tratar de ser como el conejo Chuchus.

Cuídate, querido viejo, la vida es tuya.

 

* Médico y escritor

 

Comparte en Redes Sociales