Logo de Excélsior                                                        

Los dos Méxicos

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

A casi un año de que inició la presente administración, hemos visto que, en lugar de haber construido un México unido, coherente, propositivo y democrático, el señor Presidente y su movimiento Morena han dividido al país, crearon un abismo entre “buenos” y “malos”, fomentan el odio del “pueblo bueno” a los “enemigos del pasado”, vulgarizan y degradan la política con adjetivos agresivos, calumnias y aun con chistes malos que convierten la administración en un circo barato y ridículo.

Y ahora, millones de mexicanos vemos que hay dos Méxicos: uno, que está en Palacio Nacional, en el que todo va bien, los proyectos son exitosos, los problemas tienen un “punto de inflexión” favorable, la paz se predica y se exalta, las relaciones internacionales son positivas, el comercio crece a pasos agigantados, los proyectos de construcción avanzan y pronto se tendrá un aeropuerto nuevo, una refinería y un tren en la península de Yucatán; a ese México de Palacio no llegan las manifestaciones de inconformidad, se quedan afuera, y si continúan, se repelen con gas mostaza, las demandas se estrellan frente a la puerta misma de Palacio Nacional, no pasa nada.

En ese México el Gabinete de Seguridad tiene ya todo resuelto, los exhortos a los hampones, narcos, delincuentes y demás, dan resultado gracias a sus mamacitas que los reprenden, las decenas de miles de muertos son herencia del pasado y Culiacán fue un “tropiezo táctico”; en ese México no existen los problemas financieros, las calificaciones de las empresas internacionales son falsas, las carencias en salud, los bloqueos y cierres de carretera son peccata minuta, las preguntas “difíciles” son parte de un complot de fuerzas retrógradas, el pueblo bueno está feliz, feliz, feliz, y una sonrisa sarcástica cierra cada mañana la actuación de quien encierra en sí mismo toda la sabiduría, el amor y la paz.

Pero hay otro México, que se extiende por todo el territorio nacional, el México real en el que vivimos millones de seres humanos, y en este México no todo va bien, los proyectos no son exitosos, el “punto de inflexión” de la delincuencia no existe, sino al contrario, se han superado sus cifras robos, secuestros, chantajes, violaciones, desapariciones y muertes. Los proyectos de construcción no avanzan, las líneas aéreas rechazan Santa Lucía y la Sedena no tiene documentación al respecto, Dos Bocas está inundado —como lo predijeron los expertos— y no funcionará, y el Tren Maya dañará la ecología y zonas arqueológicas.

En este otro México, las manifestaciones de repudio a las políticas gubernamentales son de todos los días, el Zócalo, las carreteras y las vías férreas son la evidencia de los errores garrafales en el presupuesto y el desprecio a las necesidades de salud, vivienda, trabajo, financiamiento. En este otro México, los informes de las finanzas confirman que este será el peor año económico, que sin crecimiento no habrá desarrollo alguno, y que Pemex seguirá perdiendo, mientras su director confiesa candoroso: “los números no son mi fuerte”(sic).

En este otro México, la gente no es feliz, feliz, feliz, porque la calidad de vida se ha deteriorado, por el miedo, la incertidumbre, la violencia cotidiana, y el robo en todos los rincones del país, en este otro México, la sonrisa sarcástica del señor Presidente es una bofetada en la cara de padres de hijos con cáncer, mamás que no tienen guarderías, viejos que no reciben su mesada, presidentes municipales gaseados y tantos y tantos más.

Los mexicanos votamos en el 2018, aceptamos el veredicto y esperamos que México sea mejor, que se elimine lo malo, que haya crecimiento y desarrollo, nadie quiere el fracaso de esta administración, pero nada de eso será posible si en Palacio se vive un mundo imaginario y afuera hay otro muy diferente.

Es urgente una reflexión profunda, un cambio de mentalidad que acepte que la realidad no se puede ocultar o ignorar; es indispensable que el gabinete escuche, no a los lamebotas que van a las mañaneras, sino a quienes con datos y cifras muestran lo que está mal y lo que debe corregirse; aún es tiempo, tiempo de pensar, tiempo de rectificar, tiempo de unir al país y ya no dividirlo cada mañana.

 

Comparte en Redes Sociales