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¿Eres de los otoño breakers?

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

 

Si me dicen que estoy muy viejo para       hacer algo, lo hago de inmediato

                P. Picasso

 

Querido viejo: se acaban las vacaciones de verano, ya es tiempo de regresar a las escuelas y a trabajar, muchas familias mexicanas pudieron usar estas semanas para liberar un poco las tensiones de la vida, viajar, disfrutar el buen clima en las playas del país, o simplemente cambiar de aires, visitar una ciudad, degustar otros platillos, vivir la vida.

Pensarías que estoy hablando de las familias jóvenes, de las parejas con hijos pequeños que comienzan a recorrer el mundo, pero no, porque escribo esto después de platicar con viejos queridos de mi generación, los que conocí hace 70 años cuando aún usábamos pantalones cortos allá en la primaria, al reunirnos comentan sus viajes, algunos en el país, otros más lejos, Estados Unidos, Europa, qué sé yo.

Y así como los estudiantes adolescentes, sobre todo de Estados Unidos y Canadá hacen lo que llaman las vacaciones de primavera, los spring breakers, que llegan a las playas mexicanas, invaden calles, hoteles, restaurantes, con ese impulso incontenible de la juventud, creo que los viejos como nosotros podemos llamarnos otoño breakers, porque en el otoño de la vida también merecemos ser felices, y encontrar el bienestar en las pequeñas o grandes oportunidades de viajar y descansar.

Y si has ido a una playa o a un lugar turístico, seguramente habrás visto ¡muchos viejos como nosotros!, viejos solos, viejos en pareja, en grupos de cuatro o seis, todos con la sonrisa en los labios, todos vestidos de manera ligera, con sombrero, gorra o mascada, con o sin bastón, pero todos alegres y despreocupados.

La vida nos ha dado mucho, querido viejo y bien sabemos que, en el camino, algunos de nuestros seres queridos, familiares, compañeros o amigos han emprendido el viaje sin retorno, y nosotros estamos aquí, al reencontrarnos con frecuencia vemos que a la lista se han añadido más queridos viejos que, por una u otra causa, terminaron sus días.

Por eso, la alegría de los otoño breakers que fueron a alguna playa en Baja California, Yucatán o donde sea, alegría auténtica porque nace del corazón, nace de la sensación increíble de estar vivos, se añade al clima benéfico que nos calienta los huesos, el viento fresco que nos alienta y el mar, que nos hace más amorosos y tú no me dejarás mentir, porque como dice la canción: “en el mar la vida es más sabrosa”.

Y que no nos digan que estamos muy viejos para viajar, para ir de excursión, para subir a las pirámides, para oír un concierto, para bailar, pintar, hacer cerámica, qué se yo; mientras tengamos vida y entusiasmo, no necesitamos más.

Me da gusto que cada vez hay más grupos de queridos viejos que viajan en conjunto y que son muy bien atendidos por guías que conocen y toman en cuenta las posibles limitaciones que tenemos, como necesitar bastón, caminar despacio, etcétera, y eso facilita mucho las cosas porque podemos disfrutar plenamente sin afectar a los demás.

Llegar al otoño es una gracia que debemos reconocer, y espero que tú, siendo también otoño breaker, disfrutes plenamente estos años.

 

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