Logo de Excélsior                                                        

El silencio de los inocentes

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

                Si lo ves como persona, no como objeto,

                es más difícil ignorarlo

                Jodie Foster

 

¡Alegría, entusiasmo, buenos deseos y mucho más!, se acabó 2020 y esperamos que este año nos traiga salud, paz y bienestar, que gritemos “ya lo pasado, pasado”, y veamos éste como el año de la recuperación, de la reconciliación, en todo el país y en todo el mundo; tenemos con qué y podemos lograrlo.

Quiero hablar de lo que deseamos para este año, pero no lo puedo hacer sin mencionar a los incontables mexicanos inocentes que perdieron sus vidas por una insana combinación de virulencia e incapacidad; virulencia de un covid destructivo e incapacidad de un sistema de salud que ignora y desprecia a la ciencia.

Me niego a pensar a que al llegar el año nuevo se olvide y se ignore la muerte de miles de seres humanos inocentes que fueron a la clínica con síntomas, los rechazaron, regresaron ahogándose, permanecieron en terapia intensiva horas y días, aislados, intubados, sin saber nada, hasta que todo se acabó y sus deudos recibieron sus despojos, y me ofende también el dolor de los miles de inocentes que nunca pudieron tener un lugar en el hospital y murieron ahogándose en sus casas entre la angustia y desesperación de sus familiares.

Me ofende y me indigna aún más el sufrimiento, dolor y soledad de los más de 200 mil médicos y profesionales de la salud que sin equipo adecuado cuidaron a los enfermos, vivían en un hotel para no contagiar a su familia y finalmente sucumbieron; estos inocentes cuyo silencio grita a quienes hemos dedicado la vida a la medicina, no pueden ser olvidados.

México tiene el peor desempeño frente a la pandemia, lo afirman los expertos nacionales e internacionales, la Organización Mundial de la Salud, y revistas como British Medical Journalque, con pelos y detalles, señala el fracaso de México, (BMJ 2020; 371, m4 952, 30/Dic/2020), pero, además en este año, hubo otros inocentes: mujeres embarazadas, niños con cáncer, individuos con diversas enfermedades, que perdieron la vida ante el desorden monumental del sistema de salud, cancelación de consultas y cirugías, falta de medicamentos, etcétera, todos estos inocentes merecen ser escuchados.

Es urgente que el problema sea abordado por las autoridades, la Suprema Corte de Justicia, las Cámaras de Diputados y Senadores, las universidades, las academias médicas, las sociedades y colegios médicos, etcétera, deben valorar la responsabilidad que tienen los funcionarios de la salud en todo lo que ha ocurrido; es necesaria la celebración de una asamblea en la que se escuchen todas las voces y se llegue a una conclusión válida y aceptable.

El silencio de los inocentes, de esos millones que enfermaron, esos cientos de miles que murieron no puede seguir porque sus deudos, esposos, hijos, amigos, no pueden aceptar que sus seres queridos sean sólo un número en las estadísticas.

Comienza el nuevo año y todos queremos que nos vaya bien, que se acabe el odio entre los ciudadanos, que en Palacio Nacional deje de dividir a los mexicanos, pero eso no se podrá hacer de un día para otro.

Es urgente un acuerdo de conciliación en el que participen las autoridades y los ciudadanos; hemos visto que el llamado parlamento abierto no ha servido porque los legisladores lo ignoran, pero tenemos que insistir, somos ciudadanos y exigimos verdad y justicia; los temas son inagotables, crisis económica, inseguridad y violencia, corrupción, mentiras y equívocos gubernamentales, y todos tenemos derecho a ser escuchados.

Me dirás, estimado lector, que no es posible, que la cerrazón gubernamental, que raya en dictadura, no lo permitirá, pero los mexicanos hemos demostrado una y otra vez que podemos superar las épocas adversas y retomar el camino de la democracia

Soy optimista irredento, siempre lo he sido, y más ahora que veo lo que hay y lo que falta y leo a quienes siempre han apostado a la verdad, le legalidad, la concordia y la cultura, desde Monsiváis, Fuentes, Paz, Pacheco, hasta Martín Moreno, Krauze, Castañeda, Zuckermann, Amparo Casar, Sarmiento, Edna Jaime, Aguilar Camín y tantos y tantos más; al leerlos me convenzo que sí se puede, que deben prevalecer la razón sobre la sinrazón, la solidaridad sobre el desprecio, la ciencia sobre la ignorancia.

Es el momento de alzar la voz, convencer a otros ciudadanos, sobre todo a los indiferentes o reacios a votar, de la urgencia de lograr un cambio de rumbo en el país, para que en seis meses celebremos que la democracia sigue viva, y que podemos seguir adelante.

Te agradezco que me leas, estimado lector, deseo para ti y todos los que amas, que el 2021 traiga salud, paz y bienestar.

Comparte en Redes Sociales