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¿Annus horribilis?

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

Cuando en 1891 la Iglesia católica decretó la infalibilidad del Papa, la Iglesia Anglicana indignada usó por primera vez el término Annus horribilis; del mismo modo, en 1992, cuando en la Gran Bretaña hubo muertes y escándalos, crisis económica e incluso un incendio en el castillo de Windsor, la reina Elizabeth II volvió a usar el término.

Se acaba el primer año del nuevo gobierno, y lo primero que vemos es que hay dos Méxicos: el México de los adoradores del Mesías, que se beben sus palabras, lo vitorean a diario, comentan con alegría los insultos de su jefe a los neoliberales y los reproducen en las redes, y el México de quienes vemos cada día una serie de acciones sin orden ni concierto, el cese de miles de trabajadores, la transformación de programas útiles en programas clientelares, la destrucción del sistema de salud, y sobre todo, la muerte de decenas de miles de mexicanos, el imperio de la inseguridad y la ausencia total de un programa de protección a la vida y la tranquilidad de todos.

¿Es esto suficiente para llamar al 2019 annus horribilis?, depende de quien lo vea; para quien se ha contagiado del odio que tiene el señor Presidente a los neoliberales y aplaude los ataques a personajes de los gobiernos anteriores, éste es un excelente año, “le ha dado en la madre a los neoliberales”; y si además recibe dinero cada mes, sin más compromiso que votar en el momento adecuado, pues todo es miel sobre hojuelas, pero para quien perdió su trabajo sin razón y sin motivo, quien tuvo que emigrar a otra ciudad porque así lo decidió el jefe, para quien no puede realizar sus labor porque no hay apoyo, para quien tiene que enfrentar a los familiares de niños con cáncer porque no hay insumos, éste si fue un annus horribilis.

Pero, haya sido o no un año horrible, lo cierto es que México no es el mismo del año 2018.

Para el ciudadano común, viva donde viva, este año fue cuando la inseguridad llegó hasta lo más profundo de las familias; salir a la calle, estar en un restaurante, ir a la escuela, todo entraña el peligro de morir “porque sí”, así de simple, así de terrible; miles de familias lo sufrieron en este año y lloran por un ser querido que ya no está; asimismo, miles de comerciantes establecidos o ambulantes, viven en la zozobra por las extorsiones, cobro de piso y hostigamiento que vuelven el comercio imposible; y para los analistas y expertos en seguridad, en este año se confirmó que no hay un programa coherente para enfrentar a la delincuencia, que los casos paradigmáticos de Ovidio Guzmán y la familia LeBarón muestran al gobierno totalmente desvalido ante la delincuencia mientras el Presidente reitera su frase “abrazos y no balazos” que sería risible si no fuera la evidencia de la falta de congruencia y del vacío de poder que eso significa.

Annus horribilis para las instituciones desde los poderes Legislativo y Judicial, sujetos a la orden del Presidente; para las instituciones autónomas que sufren el asedio de pensamiento, palabra y obra de quien las mandó y las manda al diablo todos los días; annus horribilis para los científicos, artistas, escritores, actores y aun deportista, a los que se les cortaron sus apoyos y tendrán que truncar su labor por México; annus horribilis para los analistas, escritores, periodistas, comentaristas e investigadores que son hostigados, denunciados, insultados, ridiculizados, calumniados o muertos por atreverse a pensar y a poner en evidencia los errores y las carencias del proyecto de nación; annus horribilis para quienes señalan la irracionalidad de las decisiones del NAIM, de Santa Lucía, de Dos Bocas, del Tren Maya y los cientos de ocurrencias escuchadas en las mañaneras.

Annus horribilis cuando en economía tenemos crecimiento 0.0% y el  panorama no es muy alentador; curiosamente, los eventos que alivian un poco el panorama nacional son totalmente neoliberales: la firma del T-MEC, el rescate de los industriales a Pemex, las reuniones con empresarios que harán una inversión millonaria en el 2020, todo esto hará que en economía, el año próximo no sea tan horribilis.

Como usted sabe, estimado lector, soy optimista irredento y espero que el 2020 no sea horribilis; y usted, ¿cómo califica este año que terminará en dos días más?

 

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