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Ucronía

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

Ayer le conté aquí cómo el sábado pasado, en el Zócalo, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que en la sucesión presidencial de 2024 el oficialismo no debía repetir el error cometido por Lázaro Cárdenas en 1940 de designar como su sucesor al moderado Manuel Ávila Camacho y no a Francisco J. Múgica, con quien el entonces mandatario tenía mayor afinidad. “A partir de entonces empezó a abandonarse el auténtico ideal revolucionario y las acciones en beneficio del pueblo”, dijo López Obrador en su discurso, durante el acto que formalmente era para conmemorar el 85 aniversario de la Expropiación Petrolera –ocurrida durante el sexenio de Cárdenas–, pero que consistió más bien en una ocasión para mandar señales sobre la elección del año entrante.

“En esta breve historia hay enseñanzas mayores; la principal es que sólo con el pueblo, sólo con el apoyo de las mayorías se puede llevar a cabo una transformación popular para hacer valer la justicia y enfrentar a los reaccionarios que se oponen a perder privilegios”, agregó el tabasqueño, quien dijo estar convencido de que Cárdenas, al apoyar a Ávila Camacho, se dejó influenciar por la “beligerancia” de sectores conservadores. Abundó: “Por eso, nada de zigzaguear, sigamos anclados en nuestros principios, reafirmemos la decisión y el rumbo que hemos tomado desde que inició el gobierno. No a las medias tintas. No aceptaremos nunca que en México se imponga una minoría a costa de la humillación y el empobrecimiento de las mayorías”.

Para aclarar las razones por las que Cárdenas se decidió por Ávila Camacho y no por Múgica, busqué a un estudioso que sabe mucho del tema: el historiador Javier Garciadiego Dantán. En entrevista para Imagen Radio, me dijo que
el discurso del Presidente no tenía que ver tanto con la historia como con la ucronía, es decir, el relato de las cosas como a él le hubiera gustado que sucedieran.

El presidente Cárdenas no se equivocó, sostuvo Garciadiego. Tomó una decisión consciente, pues Múgica hubiera sido un mal candidato. Sí, era muy cercano a Lázaro Cárdenas, apuntó, pero no tenía el apoyo del Ejército, pues, aunque había tenido participación en la Revolución, realmente no era militar. Tampoco tenía el apoyo de la CTM, porque el entonces dirigente de esa central obrera, Vicente Lombardo Toledano, era estalinista y Múgica había promovido recibir en México a León Trotsky. La Iglesia lo veía mal, pues lo consideraba responsable de los artículos tercero y 130 de la Constitución. Tampoco lo aceptaba Estados Unidos, pues ese país, ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial, quería una frontera segura, con un presidente de México que controlara al Ejército y a la clase política. Asimismo, el empresariado lo rechazaba por su papel en la redacción de la Ley de Expropiación.

En cambio, Ávila Camacho era un buen candidato, pues tenía el apoyo de todos esos sectores y poderes fácticos. También tenía el respaldo de Cárdenas, con quien venía trabajando desde hacía 20 años. Respecto de si la postulación del poblano se debió a presiones de la derecha, como aseguró López Obrador el sábado, Garciadiego disiente: “En esos tiempos no había oposición al PRM (el partido del gobierno, antecesor del PRI). El PAN nació en septiembre de 1939 y, para entonces, Múgica ya había declinado sus aspiraciones (lo hizo en un discurso que pronunció el 14 de julio de ese año). No creo que Cárdenas haya tomado una decisión con base en una derecha inexistente”.

En mi opinión, López Obrador comete el mismo error en su visión de la historia que en su análisis del presente: creer que las cosas suceden como él las desea. No tardaremos mucho en saber si el candidato o candidata que postule Morena para las elecciones de 2024 se apega al libreto lopezobradorista –como ha predicho el Presidente– o, como ha sucedido, en todas las sucesiones de 1940 a la fecha, muestra desde la campaña que seguirá su propio camino.

“En este punto, la historia deja dos lecciones”, remató Garciadiego. “La primera es que el más radical no es necesariamente el mejor candidato. Y la segunda, que no hay continuidades totales, porque siempre son diferentes los contextos y las personalidades”.

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