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Ser positivo vs. ser positivo tóxico

Paola Domínguez Boullosa

Paola Domínguez Boullosa

La coach

 

Las perezosas células cerebrales sólo encienden
                su luz —inspiración— bajo el látigo
                de las emociones penosas.

                Santiago Ramón y Cajal

 

La RAE define positivo como: (…) dicho de una persona: optimista, inclinada a ver el aspecto más favorable de las cosas. La misma fuente define tóxico como: envenenar, emponzoñar e intoxicar.

 

  • Por otra parte, las sicólogas estadunidenses Samara Quintero y Jamie Long han definido la positividad tóxica como “la sobregeneralización excesiva e ineficaz de un estado feliz y optimista en todas las situaciones”, y señalan también que este proceder resulta en la negación, minimización e invalidación de la auténtica experiencia emocional humana y que si bien el positivismo o sicología positiva no es mala, ser positivos se vuelve negativo cuando esa actitud es usada para reprimir emociones tales como el resentimiento, la tristeza o el enojo.

Las redes sociales, en la actualidad, nos ofrecen un mundo casi perfecto, con personas felices, con mensajes “de buenas vibras” de “vibra alto”, de “todo va a estar bien”, de “sé optimista” e, incluso, aquello de “podría ser peor”… las redes están inundadas de buenas intenciones, de imágenes rayando en la perfección. Resulta fácil caer en ese timo de felicidad permanente que, según los sicólogos, genera juicios morales sobre cómo deben ser y sentirse las personas.

La realidad es muy distinta, indudablemente todos pasamos por diferentes emociones a lo largo del día, por periodos más largos e incluso por temporadas. Sobra decir que, naturalmente, no somos inmunes a lo que nos pueden hacer sentir los escenarios que vivimos.

Las emociones nos hacen humanos, nos permiten reflexionar, analizar y aprender de nosotros mismos, las emociones nos son de utilidad, no podemos negarlas ni mucho menos ignorarlas, hacerlo sólo agrava la situación hasta volverla insostenible. El optimismo tóxico trata exactamente de imponer una actitud falsamente positiva, cuando en realidad sentimos otra cosa. El sicólogo Antonio Rodellar, especialista en trastornos de ansiedad, señala que enfocarse en aspectos positivos de situaciones negativas que nos suceden puede ser constructivo, pero que, llevados al extremo, nos generan poca capacidad para afrontar cualquier situación y nos vuelve más vulnerables ante los momentos difíciles. Mirar sólo lo positivo crea una versión distorsionada e ingenua de la realidad.

Las emociones permiten que reflexionemos sobre nosotros mismos y aprendamos a afrontar la realidad. Hay que darle valor a lo que sentimos, hay que procurar traducirlo en palabras, nombrar lo que sentimos nos ayuda a nosotros y a nuestras relaciones con los demás y, sobre todo, ayuda a que podamos gestionar esas emociones de mejor manera y que evolucionemos.

Ser positivo y ver la parte bondadosa de cada situación por difícil que pueda ser, es bueno, pero llevado al extremo, que roce con la irrealidad de lo que sentimos, no. Podrá parecerle insólito, pero… está bien no estar bien y, además, reconocerlo, asumirlo y esforzarse en mejorar esa situación. Somos seres humanos y necesitamos poder transitar de forma auténtica todos los procesos de la vida. Lo que sea que estemos viviendo también pasará, nada se queda para siempre, ni lo bueno… ni lo malo, sólo hay que tener el valor para enfrentar esos momentos, ser feliz cuando se pueda ser feliz y disfrutarlo, y sentir la tristeza cuando sea necesario y superarla. Porque ésa es la vida y es maravillosa.

Por eso hoy le invito a validar sus emociones, a ser positivo de forma realista y objetiva. A atreverse a nombrar sus emociones, a escucharse y a escuchar también a los demás cuando así lo necesiten, recuerde que muchas veces lo único que se necesita para aligerar la carga y liberarnos es hablar, ser escuchados y escuchar, como siempre, usted elige.

 

  • ¡Felices emociones, felices vidas!

 

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