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Bonhomía IV: bondad

Paola Domínguez Boullosa

Paola Domínguez Boullosa

La coach

 

Sobre todo, sé bueno: la bondad, más que ninguna otra

cosa, es lo que mejor desarma a los hombres.

                Herni Dominique Lacordaire

 

Bondad se define, según la Real Academia de la Lengua Española, como: cualidad de bueno, natural inclinación a hacer el bien; acción buena, blandura y apacibilidad de genio, amabilidad de una persona con respecto a otra.

Y de acuerdo con la misma fuente, bueno se define como: de valor positivo, acorde con las cualidades que cabe atribuirle a su naturaleza o destino; útil y a propósito para algo; gustoso, apetecible, agradable, divertido; grande (que supera a lo común), sano, dicho de una persona simple, bonachona […] dicho de una cosa que no se deteriora y que puede servir.

Bondad, en filosofía, de acuerdo con Sócrates, es un estado del alma y su esencia es la sabiduría. También señala que el ser humano no es sólo intelecto, sino que además es cuerpo, por tanto, la vida buena debe ser mixta, ni demasiado espiritual ni solamente entregada a los placeres sensibles. Interesante ya que Platón coincida con este concepto, y agrega que hay que reconocer que el secreto que guarda una vida de bondad lo da la perfecta proporción. Así, la bondad es una forma de lo bello y lo armónico. El ser humano es bueno cuando es virtuoso y la virtud es conocimiento y prudencia.

La realidad que hoy vivimos nos ofrece nuevos conocimientos y, por supuesto, exige de nosotros esa prudencia, ese equilibrio… esa inclinación a hacer el bien. De acuerdo con la neurociencia, los actos de bondad tienen, entre sus beneficios, proveernos de oxitocina, la hormona o neurotransmisor de la felicidad o del amor, y eso le ocurre a quien realiza esos actos y también a quien los recibe. Además, esta hormona fortalece el sistema autoinmune. Los actos de bondad producen,  a la vez, un efecto sicológico que inspira a otros a realizarlos.

Los actos de bondad fortalecen a los seres humanos y a las sociedades, no en vano el 13 de noviembre se celebra  el Día Mundial de la Bondad con el propósito de hacer un llamamiento para ser felices y contribuir a la felicidad de todas las personas en nuestro alrededor. La bondad es definida en este contexto como la actitud positiva hacia los demás y hacer el bien a aquellas personas que nos rodean.

Y parece increíble que, entre tantos beneficios, muchos sigan sin elegir la bondad y sin educar a su voluntad hacía ese enfoque. Es tan sencillo como tratar a los demás como nos gustaría ser tratados. De ahí que me cueste tanto trabajo comprender los actos, si no de maldad, de indiferencia que vivimos en esta realidad apremiante. Sin embargo, es innegable que no podemos cambiar a los demás, y ante cualquier circunstancia sólo podemos cambiar nosotros mismos. No hay más expectativa que superarnos personalmente, ser mejores para también mejorar nuestro entorno.

Yo elijo hacerlo a pesar de la indiferencia, la intolerancia, los cambios bruscos, las actitudes absurdas y los tantos y tantos que insisten en rebelarse, aunque pongan en riesgo su vida y la de los demás. Y no porque sea mejor o peor, simplemente porque tengo el deber de elegir diariamente qué me construye y qué no, en qué realidad quiero vivir y cómo quiero vivirla. Y ese deber lo tenemos todos, todos los días.

Por eso, hoy le invito a ser bondadoso, a educar su voluntad hacia ese enfoque y a hacer los cambios que necesite hacer, por su bien y por el de los demás, porque la realidad quizá no cambie, lo que si cambiará son las circunstancias en las que vive. Y todos necesitamos mantenernos motivados, creativos y, por supuesto, felices y sanos. Créame, esto también pasará, pero hoy la vida nos exige nuevos comportamientos que apoyen una mejor calidad de sobrevivencia. Como siempre, usted elige…

¡Felices bondades, felices vidas! 

 

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