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Auriga 9. Ser solidario

Paola Domínguez Boullosa

Paola Domínguez Boullosa

La coach

 

Existen muchos significados para la palabra solidaridad, la mayoría de ellos desgastados en los discursos y marketing político. Sin embargo, en esencia la verdadera solidaridad, podemos definirla como el acto mediante el cual una persona realiza acciones en beneficio de otro sin recibir nada a cambio. La solidaridad es realmente la base de la sociedad humana si se tiene en cuenta que cuidándonos los unos a los otros es que podemos sobrevivir.

Desde el punto de vista filosófico, la solidaridad es una forma de organización social, donde el fin principal es el bienestar de todos y cada uno de los individuos que la conforman. Esto implica una alta responsabilidad de cada individuo con respecto al todo, la solidaridad es un elemento clave para el progreso, pues es la forma en que derechos y obligaciones se equilibran y se encuentran en armonía.

Para que la solidaridad exista es necesario que existan tres componentes básicos: la compasión, el reconocimiento y la universalidad. Y hay momentos en la vida que, sorprendentemente sólo conceptos como éstos pueden salvarnos. El estremecimiento mundial que ha generado la pandemia que vivimos nos exige como sociedad global ser solidarios, saber priorizar, atender a las normativas y mantener el riguroso aislamiento social. Hoy, todos somos responsables de que esto termine lo antes posible y los daños obligados se minimicen. Hoy  debemos imponernos ayudar, a los seres que amamos, a nuestra sociedad, a nuestro país, al mundo y a nosotros mismos simplemente siendo eso… solidarios.

No será fácil la realidad que se avecina, como tampoco está siendo en otros países, sin embargo la sociedad global ha manifestado muestras increíbles de solidaridad, hermandad, compromiso y responsabilidad. Por primera vez en décadas muchos han tenido o han sido obligados a  dejarlo todo para preservar su vida y la de sus seres queridos. En décadas en nuestro país no habíamos tenido que elegir de forma tan tajante, sorprendente y casi inesperadamente, tomar medidas precautorias dejándolo todo para mantenernos bajo resguardo, sometidos voluntariamente a un arresto domiciliario, a un cautiverio voluntario, a una cuarentena sin días claros, sin fechas precisas, así viviendo a la espera de las curvas de crecimiento y decrecimiento de un virus tan potente y amenazante.

Y como hace décadas no pasaba, hoy se deja todo a costa de seguir viviendo. Pocos habríamos podido imaginar la magnitud, el impacto, la dificultad, pero también la solidaridad, la responsabilidad, el humanismo, la entrega y la lucha.

Por eso hoy le invito a reflexionar sobre esta realidad que hoy vivimos, sobre la importancia de la vida, sobre el futuro, sobre el presente, hoy nos han detenido, nos han hecho frenar el ritmo, recalcular, reinventar, y obligatoriamente renovar nuestras prioridades y revalorizar nuestra vida y nuestro cotidiano.  Ésta es, ha sido y será una prueba muy significativa para todos nosotros, tomémonos el tiempo para pensar, para sentir, para priorizar y para planear nuestra vida y nuestras decisiones una vez que todo esto termine y nos veamos en la obligación de remontar, de seguir adelante, de recuperar lo perdido.

Por ahora sólo quiero felicitarle como buen auriga el ser solidario, el mantener en la medida de lo posible el equilibrio frente a los cambios que implica la realidad y por su fortaleza… porque sé que esta prueba no es y no será fácil, pero también sé que nos hará mucho más fuertes y determinados frente a la vida y más sensibles frente a las necesidades de los demás… Como siempre usted elige.

¡Felices convicciones, felices equilibrios!

 

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