Logo de Excélsior                                                        

Amor propio VII. Evitar la envidia y la comparación

Paola Domínguez Boullosa

Paola Domínguez Boullosa

La coach

 

Nadie que confía en sí
                envidia la virtud del otro.

                Cicerón

 

Según el siquiatra Enrique Rojas, una clave más para determinar un buen nivel de amor propio o autoestima es evitar la envidia y la comparación. Señala, además, que esta acción puede suponer un menoscabo en la estima personal y se basa en valoraciones superficiales que no profundizan en aspectos personales realmente importantes. Para contrarrestarlo es necesario forjar un proyecto de vida personal propio que sustente nuestros pasos vitales.

De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, envidia significa tristeza o pesar del bien ajeno y, también, emulación, deseo de algo que no se posee. Según la misma fuente, comparación significa acción y efecto de comparar; gramaticalmente, construcción comparativa.

La envidia y la comparación matan el espíritu de superación de cualquiera y, por ende, el amor propio, y es que, a pesar de que la percepción de la realidad es personal, muchos insisten en creer sólo la parte de esa realidad de los otros, de la cual ellos sienten carecer. La filosofía estudia de forma sobresaliente el objeto de la envidia, que no es otro que la virtud ajena, la virtud que vemos o creemos sobre los otros y que, de alguna manera, quien siente envidia asegura firmemente estar falto.

Desde mi punto de vista, se pierde demasiado tiempo analizando la vida de otros, y eso sin contar que dicho análisis carece de realismo y objetividad, porque, a ciencia cierta, poco más se puede saber del otro que lo que a su propio interés expone. Sin lugar a duda, los hay envidiosos, masoquistas y necios… que viven eternamente comprometidos a compararse con los demás. Triste y mezquino por donde se mire, porque quien envidia, envidia la virtud, pero, sobre todo, envidia del otro lo que tiene, y no… su sueño no es tener lo mismo que ese personaje envidiado, sino tener lo que el otro tiene privando al poseedor de su don, su virtud y sus bienes; el que envidia, envidia con el fin no sólo de tener lo del otro, sino de privar al otro de que lo tenga.

Y qué decir de la comparación, es más triste, si cabe, que la envidia, pero mucho más miserable… porque encumbrar a alguien más y compararse es utilizar parámetros personales bastante pequeños, bastante cortos. Partamos de la base de que cada uno tiene sus virtudes, sus fortalezas, sus aptitudes y destrezas, cada uno de nosotros ha vivido una vida diferente, ha asimilado la realidad de forma distinta, ha sentido, creído y razonado de acuerdo con un complicado sistema de pensamiento claramente definido por factores personalísimos, en su mayoría subjetivos, con lo cual nadie es igual a usted o a mí. ¿Por qué razón alguien habría de compararse con los demás si esa acción raya en lo ilógico?… Sin embargo, lo hacen, la mayoría lo hace e incluso los hay que llegan a obsesionarse de forma enfermiza con la vida de otros y que pretenden seguir sus pasos.

Y no sé usted qué opine, pero nada más triste que perseguir los pasos y caminar la vida siempre detrás de alguien más; qué deprimente y cobarde ver la vida siempre a través la de espalda de alguien más; qué desgraciado no poder mirar el horizonte de su propia vida, sentirse en la libertad absoluta de tomar el camino que mejor le convenga a uno; qué cansado ir detrás, limitado, dirigido y lleno de incertidumbre.

Por eso hoy lo invito a amarse más, a invertir su tan preciado tiempo de vida en analizar todo aquello que le hace diferente y único y explotarlo al máximo de su potencial. Por qué alguien habría de limitarse a lo que los demás hacen. Piense en grande, viva en grande y, sobre todo, piénsese en grande y vívase a usted mismo así. Porque quizá aún no haya descubierto todas sus virtudes y quizá, también, no haya terminado de asumir que usted es su única competencia… sencillamente porque es único e irrepetible, compararse es minimizarse, es suprimir sus propias capacidades, envidiar es absurdo y corrosivo, deje de pensar que todo lo demás es mejor y busque dentro de sí mismo cómo ser mejor con usted y su vida. Como siempre, usted elige.

¡Felices valoraciones, felices vidas!

 

Comparte en Redes Sociales