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Adaptación hedonista

Paola Domínguez Boullosa

Paola Domínguez Boullosa

La coach

                                        El que no valora la vida no se la merece.

                                                                        Leonardo da Vinci

 

La adaptación es un mecanismo natural que nos permite sobrevivir incluso en las circunstancias más adversas. La adaptación es el proceso en el que aprendemos a vivir con lo que tenemos, a ajustarnos y acomodarnos según las condiciones o circunstancias del entorno. 

La adaptación exige cambios, y esos cambios nos permiten potenciar nuestras habilidades, generar nuevos hábitos y superar las condiciones internas o externas evitando que ellas nos superen a nosotros mismos… la adaptación nos hace resilientes, generando un carácter más resistente, fuerte, valiente y confiado.

Sin embargo, como todo, la adaptación también tiene su lado oscuro y negativo, que nos aproxima a la infelicidad. Se le define como la adaptación hedonista, y hace referencia a que incluso las situaciones que producen más placer y felicidad, cuando se repiten día tras día, empiezan a dejar de ser tan gratificantes. Algunos, cuando se acostumbran a gozar de lo que siempre habían deseado, suelen restarle valor e importancia.

Esos, los que con el tiempo pierden la alegría, la excitación, la pasión, esos, los que no pueden vivir en lo que parece ya monótono porque se ha perdido el encanto de la novedad, esos que van de un lugar a otro buscando satisfacción sin nunca obtener la suficiente, truncándose a sí mismos la felicidad permanente. Esos, los que, dejándose llevar por la inmediatez, sucumben en su propia desvalorización.

La adaptación hedonista es un mecanismo que se activa de forma automática en todos los seres humanos. Sin embargo, eso no significa que siempre deba manifestarse, ya que con sólo cambiar la forma de pensar y elegir cuidadosamente lo prioritario en nuestra vida podría mejorarse sustancialmente esta tendencia.

Según la Universidad de California, existen tres antídotos para la adaptación hedonista.

El primero es apostar por los cambios intencionales; es decir, elegir bien lo que queremos, para no ser arrastrados por otros a tomar decisiones de las que no estamos absolutamente seguros. Así como también dejar de invertir en felicidades materiales y pasajeras. Las elecciones intencionales son aquellas que requieren de nosotros un esfuerzo, una constante motivación y, sobre todo, convicción y compromiso. El segundo, es mirar al pasado con gratitud, agradeciendo el lugar en el que estamos y cómo hemos llegado a él, agradeciendo las experiencias, las buenas y las no tan buenas, las personas que han estado en nuestra vida, los que siguen y los que no, agradecer los tiempos, las circunstancias, las oportunidades, los aprendizajes los buenos y los que no lo han sido tanto.

Agradecer y celebrar cada día los logros, el sacrificio y el empeño que nos ha tomado estar en este presente y dirigidos a ese futuro que anhelamos. El agradecimiento es básico para seguir valorando lo que tenemos y ser feliz.

Y, en tercer lugar, no dar por descontado, no dar por hecho que las cosas son y están y que seguirá siendo así… porque todo lo que amamos, si no se cuida cada día, termina por desaparecer.

Por eso, hoy le invito a mirar su vida desde otra perspectiva, a elegir cuidadosamente sus prioridades, a enamorarse de su cotidiano, a seguir valorando y cuidando los detalles que hacen que siempre en su vida esté y exista lo que le hace feliz, empezando por usted mismo.

Porque no son las circunstancias ni las personas ni los tiempos los que le restan importancia a la vida… es uno mismo quien le pierde el respeto. Como siempre, usted elige.

¡Felices elecciones, felices adaptaciones!

 

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