Pablo Carrillo

Pablo Carrillo
La neurona

El Volcán de Aguascalientes

24 de Marzo de 2021

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En aquel México de los años 40, cuando el mundo restañaba las heridas de una terrible Segunda Guerra Mundial, todo florecía, pues al mantenerse nuestra nación al margen de la conflagración bélica más importante de nuestro tiempo, se vivían tiempos de esplendor, de crecimiento económico, y de mucho señorío, pues la bonanza económica era superlativa.

En esos días la Fiesta Brava pasaba por momentos muy afortunados gracias a la reciente inauguración de la monumental Plaza México, así como la gran competencia de la llamada Época de Oro, con la confluencia de magníficos toreros. A finales de la década de los cuarenta surgieron tres novilleros a los que les apodaron Los Tres Mosqueteros, Manuel Capetillo, Jesús Córdoba, y Rafael Rodríguez, a quien, por sus clamorosos triunfos repetidos en la México, le apodaron el Volcán de Aguascalientes.

Rafael Rodríguez Domínguez, El Volcán, cosechó al concluir la década de los años 40 más triunfos de apoteosis que ninguno de sus alternantes, pues ni Capetillo ni Córdoba, le superaron, cortaba orejas y rabos al por mayor, y se catapultaba como una futura gran figura del Toreo. Tuve la gran fortuna de conocerlo en la Monumental de Aguascalientes, un hombre de pocas, pero muy sentidas palabras, lo recuerdo vivamente, más aún sus muy elocuentes y generosos comentarios, ya ni hablar del señoría y categoría de su adorable esposa, extraordinaria anfitriona y generosa en la tertulia taurina, sin duda que son personajes inolvidables que atesoro, aunque la convivencia haya sido muy breve.

Ahora me atrevo a hacer patente el mote del Volcán de Aguascalientes a un joven de esa tierra, que si bien no es torero, es un gran aficionado a la tauromaquia, como casi todos los de esa ciudad, y que se está encumbrando como un talento inmenso, tanto en el América, como en la Selección Nacional que participa en el torneo preolímpico, me refiero a Francisco Sebastián Córdova Reyes, jovencito de 23 años, al que si la suerte le acompaña un poco, lo veremos muy pronto jugando en algún club de jerarquía en el balompié europeo.

Sebastián, como prefiere que le llamen, es un jugadorazo, un creativo que tiene mucha llegada, visión de campo, pero, sobre todo, una natural clase y prestancia que lo distingue del resto, y nos hace abrigar muchas esperanzas de que llegará muy lejos en su carrera como futbolista.

A sabiendas que a muchos taurinos no les parecerá mi propuesta, estoy seguro que para el propio jugador, y como buen taurino que es, seguramente le será un halago y un compromiso llevar tan ilustre sobrenombre.

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