Pablo Carrillo

Pablo Carrillo
La neurona

Crisis deportiva

07 de Junio de 2019

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Sin el afán de criticar las polémicas decisiones políticas que se han tomado en el último medio año en nuestro país, pues, para ello, en esta casa editorial contamos con extraordinarios analistas en lo económico y lo político, si debo comentar lo que, desde la perspectiva del deporte, está sucediendo.

No cabe duda que el modelo que ha creado el gobierno federal, desde que inició la Conade en tiempos del presidente Carlos Salinas de Gortari, es un modelo fallido, y aclaro que no lo digo así por el presente desorden y desatino que se vive en esa acéfala comisión. El asunto está mal estructurado de origen, y el tema es más sencillo de lo que parece, pues se ha convertido en un arma política, actualmente en un trampolín de aspiraciones en esa materia, más que un verdadero organismo rector y promotor del deporte de alto rendimiento, del deporte aficionado y de la activación física.

Por el cargo han pasado, a lo largo del tiempo, desde que el primer director, Raúl González, asumió el puesto, directivos de distintas capacidades, predominando el desconocimiento e ineficacia para dirigir con tino tan importante comisión.

Destaco los periodos del propio González, Ivar Sisniega, de Nelson Vargas y, especialmente, del mejor de todos, Bernardo de la Garza, que hizo un trabajo excepcional, llevando el deporte, en todos aspectos, a niveles de brillantez, crecimiento y esplendor. De ahí en fuera, ha sido traspié tras traspié.

He insistido en que la Conade debe ser no sólo una comisión dependiente de la Secretaría de Educación Pública, debiera ser un organismo independiente del gobierno, con directivos expertos en la materia, académicamente y profesionalmente capacitados, pues en el momento actual estamos ante la antítesis de lo mencionado con antelación, ni estudios ni experiencia y el resultado es lógico, un verdadero desastre, y el deporte a pique, se hunde a minutos.

El modelo exitoso que generaron en la Gran Bretaña con una entidad que funciona con recursos públicos y privados para conducir el deporte es la gran solución, pues se mantiene al margen de los vaivenes políticos y es dirigida por profesionales en la alta dirigencia deportiva, con estudios y experiencia en la materia y los resultados no se han hecho esperar.

Lo más agradable es que, ante el éxito, no todos los recursos provienen de papá gobierno, sino que grandes empresas se interesan por apoyar un proyecto sólido al paso de los años. El tema es bastante claro y sencillo, pero en nuestro país todo es manejar todos los temas políticamente, y el deporte, casi siempre, es poco prioritario. Ni hablar.

 

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