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¡¡Valoremos el agua… no nos queda de otra!!

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

 

Por Ramón Aguirre Díaz

Conforme a la información oficial de la Comisión Nacional del Agua al 31 de marzo, son los datos duros: el 29% del territorio mexicano se encuentra en sequía moderada, donde se tienen previstos “algunos daños en los cultivos y pastos; existe un alto riesgo de incendios, bajos niveles en ríos, arroyos, embalses, abrevaderos y pozos, se sugiere restricción voluntaria en el uso del agua”, pero un 42% del país está catalogado como sequía entre severa y extrema, donde se prevén “pérdidas en cultivos o pastos, muy alto riesgo de incendios, es común la escasez de agua, se deben imponer restricciones en el uso del agua”.

La sequía ya está presente, lo difícil es saber por cuánto tiempo. Los niveles de las presas en el centro y norte del país requieren de una importante temporada de lluvias para poderse recuperar y, aunque se pronostican lluvias hasta el segundo semestre de este año, falta ver cuánto llueve realmente. Lo racional sería prepararnos desde ahora para un año 2022 donde no se pueda contar con un suministro normal en muchas de nuestras ciudades. De hecho, en el Valle de México ya se tiene alguna restricción por el bajo nivel de las presas del Sistema Cutzamala.

Para resolver esta disminución de la oferta de agua en el muy corto plazo sólo se tiene una alternativa: voltear hacia la demanda y tener claro que ésta podría ajustarse muy rápidamente si todos los usuarios colaboran, lo que es fácil decir, pero muy complicado alcanzar. Basta dar un ejemplo para darnos cuenta de cuánta agua podemos dejar de consumir ante una situación extrema, como, por ejemplo, cuando nos quedamos sin agua en casa por alguna circunstancia, como fallas en el suministro, un taponamiento de nuestra conexión domiciliaria o cualquier otro motivo. Te levantas de la cama, no hay agua en el grifo y la única disponible es la que tienes almacenada en una jarra de dos litros para beber. Tomas la decisión de bañarte con esa escasa cantidad de agua, lo haces, te vistes y sales de casa a buscar una solución al problema, que, por supuesto, es insostenible.

Logras bañarte con algunas limitaciones, pero consumiendo menos de dos litros de agua (¡¡¡!!!). ¿Cuánto consumimos normalmente en esta misma actividad? Depende el accesorio de la regadera y el tiempo que nos tome bañarnos. En laboratorio llegamos a medir accesorios de regadera que avientan 30 litros por minuto, por lo que un baño de unos 10 minutos arroja, fácilmente, 300 litros a la coladera (y no estamos exagerando, porque un baño donde se abre la llave para que el agua se caliente, sumado con un largo duchazo, puede requerir de más de 500 litros). Un baño con accesorio normal de 15 litros por minuto podría requerir de 150 litros, mientras que un accesorio de bajo consumo (6 litros por minuto), con el hábito de recolectar el agua mientras se calienta y cerrando la llave mientras te enjabonas, podrías consumir menos de 20 litros en el proceso.

De eso estamos hablando, la diferencia entre consumir 300 o solamente 20 litros para la misma actividad. No se trata de llevar las cosas al extremo de bañarnos con sólo dos litros de agua, pero sí de utilizar accesorios ahorradores junto con buenos hábitos de consumo. Ya abundaremos sobre este concepto del cuidado del agua, que es lo que nos permitirá paliar la situación. No nos queda de otra.

 

 

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