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Una conexión especial con Oaxaca

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Fernando Aguirre

Es bien sabida su afinidad con Oaxaca, me atrevo a pensar que si volviera a nacer querría ser oaxaqueño. No son pocas las veces que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lo declara abiertamente “ya soy oaxaqueño, estoy aquí siempre… una vez al mes estoy en Oaxaca. Estoy muy encariñado con este estado de Oaxaca”.

Se jacta de conocer, en más de una ocasión, todos los municipios de la entidad, “siempre presumo que conozco todos los municipios de México, pero en especial, presumo que conozco los 570 municipios de Oaxaca”. Por ende, no le son ajenos los problemas que padecen mis paisanos, al mismo tiempo, reconoce que el encanto del estado reside en su composición étnica y riqueza multicultural.

En lo que va de su gobierno la ha visitado en 25 ocasiones, lo que ninguno de sus antecesores hizo, y en cada una de ellas sabe cómo hablarle y llegarle al oaxaqueño. Sí, en el orgullo de serlo, elogiándole sus raíces, tradiciones y gastronomía, “no me canso de repetir que el pueblo de Oaxaca es de los pueblos con más cultura en el mundo… No quiero herir susceptibilidades… pero la verdad es que el mezcal de Oaxaca es de primer orden, es de lo mejor que hay en nuestro país”, afirma.

Oaxaca es también la cuna de Benito Juárez, su mayor referente histórico y modelo de gobierno. Además, nunca falta en muchos de los eventos presidenciales, un distintivo que lo conecte con el estado, sea un tema gastronómico, una presentación de trajes típicos, danzas y tradiciones; alusiones históricas o incluso conciertos de música típica interpretada por jóvenes de Santa María Tlahuitoltepec, Lila Downs y, por supuesto, Susana Harp.

Pero más allá de las adulaciones y la retórica, en los hechos, ¿qué tanto ha apoyado el Ejecutivo federal a Oaxaca? Para el gobernador priista de la entidad, Alejandro Murat,  la buena coordinación con el Presidente ha permitido dar resultados en beneficio del estado, marcadamente en lo económico, social, infraestructura, seguridad, por citar algunos. Las cifras recientes del Inegi y Coneval, no lo desmienten, hay avances positivos pese a la pandemia.

Pero soplan vientos de cambio y en el ámbito político-electoral quién capitalizará estos resultados cuando se renueve la gubernatura estatal el próximo año. Oaxaca es de los pocos bastiones que le quedan al PRI y para nadie es un secreto las altas probabilidades de que esta vez se pinte de guinda, de hecho ya en su mayoría lo es, sólo le falta coronar.

En las pasadas elecciones de este año, Morena ganó sin aliados más del 40% de la votación; obtuvo 51 de 153 presidencias municipales, 19 de los 25 distritos locales electorales y carro completo en las 10 diputaciones federales con el PVEM y PT, en pocas palabras borró a la oposición y se consolidó rumbo al 2022.

A nivel nacional, algunas encuestadoras posicionan a Oaxaca como la segunda entidad  con mayor nivel de aprobación de la figura presidencial, sólo detrás de su natal Tabasco. Sería difícil pensar que el estado al que le ha invertido tiempo, esfuerzo y querencia se le vaya de las manos. Además de que en lo social, Oaxaca le representa mucho política e ideológicamente al gobierno obradorista.

Las “corcholatas” oaxaqueñas de Morena ya se disputan la candidatura. No será una batalla sencilla porque el factor de una alianza con PVEM-PT pone en juego muchos intereses a la hora de que cada partido se siente a negociar en favor de su delfín. Quien salga vencedor, en esta primera etapa, se le augura en la campaña un camino pavimentado heredado por el Presidente.

Por supuesto, en política nada está escrito, pero a la oposición se le percibe dormida, si es que existe o es que acaso coinciden con el sentir del gobernador Murat: “Hay algo especial que conecta al presidente López Obrador con Oaxaca y eso lo celebramos”.

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