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Un día para mancharse las manos

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Mauricio Hernández Cervantes*

 

Es Madrid, aún lo es. Hace un día estupendo: es claro y soleado pero el aire otoñal ya viste de invierno. Quien escribe estas líneas, estimado lector, lleva bajo el brazo un periódico. Alrededor, el resto de peatones miran sus teléfonos. Pero yo, por lo pronto, prefiero caminar con un diario.

Sí, hoy que tomo –sin necesidad aparente– uno entre mis manos, lo hago a voluntad; lo hago para recordar los días en los que me manchaba las manos con las noticias que cambiaban el mundo. Hago esto por muchas razones, pero la principal es que quiero sentir de nuevo que, aunque el mundo cambie a cada instante, un periódico –todavía– merece la pena ser leído hasta el próximo amanecer.

Y es que resulta que hoy, precisamente hoy, las noticias amanecieron para ser tocadas.

Los rotativos que llevo bajo el brazo me parecen una prueba fehaciente de que la inconmensurabilidad y la sobreinformación del mundo digital no han hecho otra cosa más que inocularnos una desmemoria creciente y degenerativa. Nuestras manos ya no se manchan, sólo pasamos realidades en una pantalla con la yema de los dedos y ¡pum!... a lo que sigue.   

Hago una pausa y me siento en una banca, abro uno de mis periódicos (ya tengo más de uno) y veo que la mayor pataleta geopolítica de la década sigue mereciendo el honor de ser impresa en papel. Me refiero al Brexit. El expresidente de la Cámara de Comunes ha dicho: “El Brexit es el mayor error desde la Guerra”. Vaya, ¡qué revelación! Hace un par de meses, este reportero se personó en la Inglaterra más profunda, en la frontera con Escocia, para contar cómo eran los últimos días de la versión más europea que Inglaterra ha conocido. Aterrador. Fuera de las grandes ciudades, la gente nunca supo bien a qué había votado cuando, hace tres años, David Cameron decidió que hacer una consulta sobre la permanencia en la Unión Europea era una buena idea. “Yo, en 2016, voté para salir de la UE. No tenía idea del desastre económico que eso nos va a traer”, dijo una leaver arrepentida.

El treinta y uno de octubre fue cuando Boris Johnson debía decidir si aceptaba un pacto o si condenaba a su pueblo al desastre. Pero el plazo se cumplió e, inexplicablemente, el drama continuó.

Por eso es necesario tocar las noticias un día como hoy, para saber que la realidad supera –siempre– a la ficción.

Cambio de página y me encuentro con noticias sobre Argentina. ¡Ay Argentina! Tan necesario es que fechen tus informaciones: lo que leo hoy bien pudo haber sido publicado cualquier día entre 1998 y 2001. “Crisis económica”, “tiempos difíciles”, “corrupción”…

Sigo. Por si fuera poco, tras el dislate inglés, aparece Cataluña. No cabe duda de que Mario Vargas Llosa tenía razón con aquello de que la realidad es infinita. Bueno, finalmente es noviembre, porque octubre, en esa (todavía) comunidad autónoma española, es peculiar. Recordemos que, en el correspondiente a 2017, la cúpula independentista declaró unilateralmente la independencia –tras un referéndum local ilegal–: un acto tan inepto como cobarde. Y a dos años de aquello (es decir, el mes pasado), después de la sentencia del Tribunal Supremo que condenó a nueve dirigentes independentistas acusados de sedición, la ciudad condal y otras ciudades catalanas estallaron. Sí, una parte de la bella y rota Barcelona se convirtió en una suerte de sitio de guerra, quedando secuestrada por los representantes más abyectos de la sociedad: sí, los que pretenden camuflar el rencor social con la manta del independentismo. Ojalá fuese un chiste, pero difícilmente sería uno que provocara la risa.

Y por fin es el turno de México. Aparece la noticia del caso LeBarón. ¿Es necesario ahondar en ella? No. Sólo diré que la dura, durísima, portada de The Guardian Weekly, dedicada a México, esta semana titula: ‘100 DEATHS A DAY’ (Cien muertes por día). Cifras y letras escritas con sangre. Cifras y letras que contradicen al gran Tomás Eloy Martínez que alguna vez dijo: “Las cifras impactan, pero no conmueven”. La realidad de nuestro país, como siempre, está aparte.

Hay días en los que merece la pena mancharse los dedos con la tinta de un periódico. Hay días en los que merece la pena llevar al mundo doblado bajo el brazo.

Y hoy es uno de ellos. Mañana, me parece, también lo será.

 

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