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Trump y el fraude

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Armando Ríos Ruiz

Donald Trump, en la Presidencia de Estados Unidos, semejaba una sierpe constrictora que apretaba al mundo. Libres de él —como ya sienten—, los principales líderes se aprestaron a felicitar al demócrata Joe Biden, por su triunfo en las recientes elecciones presidenciales. Sólo se han negado a hacerlo, hasta hoy, Eslovenia, Turquía, Israel, Rusia, China, Brasil y, por supuesto, México.

A pesar de que sus propios colaboradores, incluida su esposa Melania, le han aconsejado aceptar la derrota, está empecinado en realizar denuncias en diferentes estados y en reunir pruebas suficientes del fraude. Planea realizar mítines y exponer alegatos, con la esperanza lejana de revertir el resultado que se festeja en todos lados.

Parece un anticipo de lo que podría pasar en México, en donde, a diferencia del país vecino, los fraudes se hacen desde la Presidencia, por ser el Primer Mandatario quien tiene todos los hilos para el caso. Ha ocurrido repetidas veces y hasta el mismo Ejecutivo se ha dicho víctima de esos escamoteos. Ahí está su protesta en Reforma y, hasta hoy, su resentimiento contra Felipe Calderón.

Aquí no podría esperarse que el fraude llegara de afuera, del competidor de enfrente. Muchos mexicanos advierten que, de retener el Congreso el año entrante, el siguiente paso sería reformar el artículo 83 constitucional, que impide terminantemente la reelección.

Pero, ¿cuál es la motivación real de Trump, al insistir contra lo que ya está virtualmente consumado con los votos suficientes para que Biden asuma la Presidencia el 20 de enero próximo? ¿Se negará a reconocerlo? ¿Consumará su amenaza de irse del  país sin admitir su fracaso?

Existe información que recuerda a Joe Biden, cuando era senador. En 1991, el hoy triunfador de los comicios hizo lo indecible para destruir la carrera judicial de Clarence Thomas, aspirante a incorporar su vida profesional a la Corte Suprema. El abogado fue acusado hasta de pretender violar a una mujer.

Finalmente, Thomas forma hoy parte de esa instancia de justicia y lo más seguro es que las controversias que resulten de los comicios, sean dirimidas allí. Trump conoce ese pasaje y supone que el juez actuará con suma severidad para cobrar la afrenta de hace casi 30 años. Por esa causa ha anunciado que peleará con denuedo hasta agotar todas las posibilidades.

Tales datos aseguran, además, que las boletas electorales utilizadas en la contienda fueron impresas por la Agencia de Inteligencia de Defensa y contienen candados secretos, marcas de agua y códigos de rastreo. Cantidades imprecisas son falsas y tal situación podría salir a la luz, lo que significaría que quienes participaron irían a la cárcel. Una bomba para los demócratas, de ser auténticos, no inventados por los enemigos políticos.

Y si no es cierto, sólo quedará en el recuerdo el enorme parecido de gemelos, entre el fracasado Trump y nuestro mandatario. Ambos se niegan a aceptar derrotas. Las llaman fraudes. Ambos han llevado a sus países al caos económico. Ambos se niegan a usar cubrebocas. Ambos son malos gobernantes. Ambos son testarudos hasta el tuétano y mucho más.

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