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Retos extremos para el turismo

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Francisco Madrid Flores

Tal vez sólo el escenario de un conflicto bélico podría sugerir que el turismo viviría un año tan desastroso como lo ha sido el 2020; no obstante, incluso en situaciones extremas como la señalada, la geolocalización de los conflictos permite una redistribución de los flujos de viajeros, bajo una premisa fundamental: los viajes son parte de la normalidad de las sociedades contemporáneas.

Esta afirmación es, a final de cuentas, la única esperanza que le queda a una industria que en el mundo vio reducido el volumen de viajeros internacionales en alrededor de 75
por ciento, es decir, entre 1,000 y 1,100 millones de llegadas de turistas internacionales por debajo de las registradas en 2019. Se puede hacer un largo recuento de los daños, pero acaso el más elocuente de la realidad que se enfrenta en el sector es el de una pérdida que podría situarse entre 140 y 170 millones de empleos de acuerdo con el Consejo Mundial de Viajes y Turismo.

 

Dice el refranero mexicano aquello de “éramos muchos y parió la abuela” y esto bien puede aplicarse a la industria turística nacional, la que luego de vivir un periodo dorado entre 2012 y 2017, con crecimientos sostenidos de dos dígitos en las corrientes de viajeros internacionales, a partir de agosto de 2017 empezó a experimentar una significativa desaceleración, que en combinación con un débil mercado interno se tradujo en un crecimiento marginal de la economía turística del país en 2019 de tan sólo un 0.1 por ciento.

Ciertamente, este comportamiento sería bienvenido por cualquier integrante de la actividad turística, pues la crisis que se enfrenta es de proporciones descomunales. Nuevamente, el recuento de afectaciones podría ser larguísimo destacando —para el cierre de 2020—, una caída en el consumo turístico que estimamos en más de un billón de pesos, cifra equivalente a la inversión para construir 5 refinerías Dos Bocas; de igual manera la pérdida de empleos es descorazonadora pues se situará en alrededor de un millón de personas ocupadas en el sector.

Sin duda, este último dato merece una atención mucho mayor de la que hasta ahora se percibe por parte de los estamentos públicos. A diferencia de lo que sucede en casi cualquier país con intereses turísticos, en términos generales, los apoyos para las empresas han sido escasos y además de las afectaciones coyunturales, habrá que agregar una destrucción estructural de capacidades.

 

La aparición de las vacunas anticovid supone una luz de esperanza al final del túnel para el atribulado sector turístico. Sin embargo, la luz es chiquita y el túnel muy largo pues la concreción de la inmunidad de rebaño con carácter global tardará muy probablemente, más allá de 2021. Así, los retos que enfrenta el sector son mayúsculos y no puede descartarse el que aparezcan nuevos, como las restricciones que en breve impondrán Estados Unidos y Canadá para sus nacionales que, todo parece indicar, deberán realizarse pruebas PCR antes de regresar a su país, luego de visitar el nuestro.

Queda claro que el único camino que tendrán las empresas que aspiren a sobrevivir, es el de la resistencia en una larga batalla. Obviamente, habrá muchas bajas en esta senda. El mercado doméstico, seguramente será un importante punto de apoyo y el reto es cómo, encontrar el equilibrio entre las precauciones extremas y los viajes.

En el tiempo, el turismo ha dado muestras de su capacidad estructural de resiliencia. No tengo duda que lo volverá a hacer en esta ocasión; sin embargo, la recuperación plena no vendrá antes de cuatro o cinco años.

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