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Qué importa cómo me recuerden… Toledo

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Fernando Aguirre*

 

“No me mueve ninguna cosa sentimental hacia los muertos, yo diría que déjenlo descansar, hay cosas más importantes que andar repatriando restos. En todo caso vayan por una pieza arqueológica que esté en algún museo, eso reclámenlo, eso repatríenlo, eso es parte de nuestro patrimonio, pero Don Porfirio que ya no es nada, es polvo, polvo, polvo”. Así respondía Francisco Toledo, el 18 de septiembre de 2006, a una breve entrevista que me concedió para un documental sobre la búsqueda de la repatriación a México de los restos de, su también paisano, Porfirio Díaz.

Lograr entrevistar a Toledo no era cosa fácil, era poco accesible, sobre todo cuando el tema no era de su interés. Así, tras varios intentos y no querer “echarse de enemigos a los porfiristas”, lo agarré de “buenas” y me dio unas respuestas muy a su estilo, a su pensamiento y a la creencia de que a los muertos deben dejarlos descansar, “si es que morirse signifique descansar”, ironizaba.

Con la partida del pintor originario de Juchitán, Oaxaca, no sólo se pierde a un gran artista plástico reconocido a nivel nacional e internacional que deja un gran legado artístico e instituciones culturales operando, sino también se pierde a un incasable luchador social, promotor, creo yo, de causas justas en favor de Oaxaca, de México y por qué no, de la humanidad.

Por supuesto, deja a Oaxaca en la orfandad, a un pueblo que en él se reconfortaba y que, con su apoyo y su Patronato Pro Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural del Estado de Oaxaca (Pro-Oax), levantaba la voz con un eco mucho más fuerte, más aguerrido para enfrentarse ante innumerables batallas, varias ganadas, otras pérdidas. Cuantas veces no oímos o fuimos testigos de su ardua defensa en favor del patrimonio cultural, arquitectónico y natural de su estado. 

Tan sólo por recordar algunos ejemplos de ello, basta recordar su oposición en 2002 a la apertura de un McDonald’s en uno de los portales del Zócalo de Oaxaca. En aquella ocasión organizó una tamaliza a manera de protesta y recabó firmas de oaxaqueños en contra de la instalación que culminó meses después en su cancelación. El oponerse tenía el sentido de darle valor y prioridad a la venta y consumo de la gastronomía oaxaqueña, rica y variada, por sobre cualquier otra oferta.

En la construcción y remozamiento en algunas partes de la ciudad, Toledo también tomó lacerante, la batuta frente a la construcción del Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca en el Cerro del Fortín, agredido por grupos de choque, no fue impedimento para lograr, junto con la sociedad civil, clausurar simbólicamente la obra. La presión social en contra de este proyecto fue tal que también fue cancelado.

Toledo también enarbolaba temas de coyuntura nacional, como la apuesta por la producción del maíz nativo y contra los cultivos transgénicos en el país, así como su rechazo a la importación proveniente desde EU y Sudamérica.

Con la exhibición El maíz de nuestro sustento, Toledo plasmó en sus obras los ideales de su causa, recuperar la autosuficiencia y soberanía alimentaria en producción de maíz libre de transgénicos. “Sentimos que contaminar nuestro maíz, es herir el corazón de México”, declararía en su lucha.

Otras causas a las que se sumó, por citar algunas, fueron la lucha contra la discriminación de las comunidades indígenas y la preservación de sus lenguas; las muertes de periodistas y la libertad de expresión.  La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa no pasaría desapercibida para el artista, cómo olvidarlo volando los papalotes que el hizo con los rostros de los estudiantes, porque, aunque “los habían buscado ya bajo tierra y en el agua, enviamos los papalotes a buscarlos al cielo”.

Se extrañará caminar en las calles de Oaxaca y no cruzárselo en el camino, con su andar despreocupado y una apariencia enigmática, que no pasaba desapercibida. Oaxaca, repito, se queda sin una de sus voces más críticas, sin una voz apartidista que lo mismo señalaba a políticos de derecha o de izquierda, sin una voz que defienda las tantas causas que siempre acechan y atentan contra la cultura de Oaxaca.

Por ejemplo, ante la vorágine por comerciar y explotar la Guelaguetza, ¿cómo defender una ocurrencia como la de realizar un tercer Lunes del Cerro? Algo fuera de la tradición y cultura que ha acompañado por mucho tiempo a esta celebración. Sin lugar a dudas, esta sería una batalla que no se perdería Toledo y que estoy seguro, muchos oaxaqueños tampoco, porque impregnados del orgullo y amor por sus raíces, como Francisco Toledo, seguirán su ejemplo.

 

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