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La pandemia de Calderón

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Fadlala Akabani

Dentro de los 30 años de neoliberalismo que representaron crecimiento de la pobreza, abandono al campo y desmantelamiento de la planta industrial nacional, pública y privada, sin duda, el periodo más cruento fue el 2006-2012, un sexenio en el que para perpetrar el dogma neoliberal fue necesario el uso político de la justicia; sin olvidar el continuo intento de Fox por descarrilar al candidato de la izquierda, un inédito desafuero al entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal para sacarlo de la boleta electoral, la guerra sucia en la campaña presidencial y, finalmente, el fraude (reconocido por actores tan importantes como el candidato del PRI, Roberto Madrazo). Sólo así pudo seguirse imponiendo una agenda impopular a un pueblo progresista como es el mexicano.

Diez días después de haber comenzado su mandato espurio, Calderón emprendió una campaña militar en Michoacán. A partir de ese momento, los partes de guerra, “daños colaterales” y la pérdida de vidas humanas se convirtieron en la narrativa política y en una triste realidad.

A pesar del desprestigio con el que llegó al poder, la forma violenta e irresponsable en que tomó decisiones trascendentales, más en búsqueda de la legitimidad no ganada en las urnas que por contar con una verdadera estrategia, y la corrupción que acompañó su espuriato, Calderón pretende erigirse en 2020 como una autoridad sanitaria y ha aprovechado la pandemia para golpear continuamente a la 4T.

Hoy se pretende sobredimensionar el impacto sanitario de la epidemia por influenza AH1N1 que en 2009 surgió en México y EU y la reacción del gobierno federal en ese entonces, cuyos actores hoy autoatribuyen a sus acciones la contención de una pandemia global. Bajo la coyuntura de la covid-19, se intenta posicionar la idea de que la administración calderonista informó con transparencia a la OMS y que la declaratoria de emergencia sanitaria antecedió a la propia organización.

Nada más lejos de la realidad, pues desde inicios de marzo de ese año la Red Global de Inteligencia en Salud Pública había alertado a la OMS sobre la aparición de patrones inusuales en casos de infecciones respiratorias; a su vez, la OMS alertó a las autoridades sanitarias mexicanas, quienes desestimaron la situación. Otro argumento falso que esgrime el calderonismo es que gracias a las medidas tomadas se evitó la propagación del virus, pues una semana antes el Centro para el Control de Enfermedades confirmó infecciones en California y Texas, es decir, no se contuvieron los contagios en México.

Es ingenuo pensar que si medidas tan estrictas como las impuestas en Wuhan no fueron suficientes para contener la propagación del covid, la desarticulada, inoportuna y corrupta actuación del calderonismo salvaron al mundo entero de vivir una pandemia como la que enfrentamos en 2020. Sin embargo, con la desvergüenza característica de aquel que no tiene memoria ni guarda conciencia de sus propios actos, Calderón se atribuye a sí y a su administración tal nivel de éxito. Los datos indican que el gobierno de Calderón enfrentó una epidemia para la cual el mundo estaba relativamente preparado, dado que la OMS anticipaba un brote pandémico por el virus AH1N5.  Si bien el AH1N1 fue un virus nuevo, no fue tan contagioso ni mortal como está resultando el SARS-CoV-2.

A pesar de estas ventajas, el discurso oficial llegó a decir que se había combatido a uno de los jinetes del Apocalipsis. Sin embargo, Calderón supo aprovecharse de la situación para endeudar al pueblo de México, creciendo la deuda pública en 150% en todo el sexenio, llevándola de dos a cinco billones de pesos. Tan sólo en 2009, so pretexto de la influenza, se incrementó la deuda en más de un billón de pesos.

Pese a presumir el uso de instrumentos crediticios de entidades internacionales, como el FMI, para hacer frente a la emergencia sanitaria, un gobierno despilfarrador y ególatra como el de Calderón manejó los recursos de manera discrecional y poco transparente como en el pago medios de comunicación por “campañas de difusión”. Si bien se erogaron 980 millones de pesos en 2009 para la compra de vacunas contra la influenza, fue apenas una quinta parte de lo que ese mismo año se gastó en “comunicación social”.

El argumento demoledor para la credibilidad de la minoría derrotada es la pérdida de mil millones de pesos que fueron destinados para la construcción y equipamiento de una planta productora de vacunas contra la influenza AH1N1 en asociación con Sanofi-Pasteur (Francia), cuyo inicio de operaciones debió haber comenzado en 2012, sin embargo, sólo la farmacéutica francesa cumplió su parte, no así el “sanitario” gobierno de Calderón que abandonó el proyecto dejando un edificio que fue demolido por el gobierno de Peña, dada su inutilidad.

Queda comprobado, existe una oposición y está moralmente derrotada.

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