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Homicidios

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Luis Wertman Zaslav*

 

La tendencia, tristemente, se mantiene durante casi una década: en promedio, más del 60 por ciento de los homicidios dolosos (así se cataloga el delito) que se cometen en el país son entre particulares y provocados por riñas, venganzas personales y motivos pasionales, en donde se presenta una combinación macabra de fácil acceso a armas de fuego, abuso en el consumo del alcohol y violencia doméstica o intrafamiliar.

El otro 30 por ciento, en promedio, corresponde a las muertes que derivan del crimen organizado (que es todo, desde quienes se suben a asaltar al pasaje en una combi, hasta una banda profesional de ladrones de bancos) por diferentes ilícitos como robo, secuestro y delitos contra la salud, entre otros.

¿Qué seríamos como país si bajaran los homicidios a la mitad? Es posible que se daría ese cambio tan urgente que necesitamos y por el que votamos en las elecciones de julio pasado; socialmente tendríamos una realidad que no hemos vivido en al menos treinta y cinco años.

Lograr un objetivo como éste no requiere de la participación exclusiva del gobierno en cualquiera de sus niveles, lo que sí se necesita de manera indispensable es la participación de las y los ciudadanos.

Ahora que el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) informa que este primer bimestre ha sido el más violento desde que se tiene registro, precisamente por la comisión de homicidios en varios estados de la República asolados por la inseguridad, vale la pena tener elementos para contribuir, desde nuestra calle y colonia, a un país que pueda convivir en paz.

Primero, debemos impulsar un programa de desarme a nivel nacional. Los esfuerzos que se hacen en los estados, en particular en la Ciudad de México, son casos de éxito que deben repetirse en todo el territorio.

Tenemos que entender que tener un arma en casa no brinda seguridad, la quita.

México no es un país que fabrique armas, por lo que éstas sólo pueden entrar por las aduanas, los aeropuertos y los puntos carreteros de la frontera. Hace dos sexenios, cuando se lanzó una guerra contra el narcotráfico de funestos resultados, se abrió la puerta a un mercado de la muerte que ha dejado miles de víctimas inocentes.

La imagen, esta misma semana, de un par de ladrones que avientan una granada de gas al interior de una unidad de transporte público, deja clara la sencillez con la que puede obtenerse un artefacto de uso reservado, pero lo mismo sucede con pistolas de diferente calibre, municiones y hasta armas de alto poder.

Esta posibilidad de acceso ha armado a miles de mexicanos que, en una falsa búsqueda de seguridad, compran una pistola para tenerla escondida en un cajón arriba del armario.

La realidad es que todos los días se provoca una tragedia en las calles, no necesariamente a manos de un criminal, porque esa arma que tenemos en casa, en el auto, o peor en uno mismo, se usa en contra de otro ciudadano por diferencias hasta de tránsito o se descarga en contra de la pareja, de un conocido, generalmente en estado de ebriedad o bajo el influjo de alguna droga o de ambos.

Estas muertes, que ocurren con regularidad durante los fines de semana (en el caso de los sucedidos por motivos pasionales tienen una tendencia a cometerse los domingos) reflejan una violencia social que entre todos los que nos consideramos personas de bien podemos evitar.

Moderar el consumo del alcohol, deshacerse de un arma por medio de las campañas de amnistía y buscar ayuda profesional para resolver los conflictos cotidianos, son elementos de la fórmula para disminuir el número de muertes en el país. Y no necesitamos esperar a que el gobierno resuelva este problema solo.

Cada mañana, las principales autoridades de nuestra nación reciben el reporte de homicidios del día anterior, esos datos reflejan la violencia que genera la delincuencia para sostener sus negocios y en contra de la ciudadanía, pero también incluyen estas seis de cada diez muertes que demuestran el deterioro del tejido social que, juntos, tenemos la obligación de reconstruir.

 

Analista

Twitter: @LuisWertman

 

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