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El narcogobierno de Zacatecas

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Soledad Luévano Cantú

La semana pasada se dio a conocer que una mujer fue internada en el penal varonil de Calera, en Zacatecas, y fue violada de manera reiterada en su interior. No fue un error ni un hecho aislado, se trata de otra evidencia de que en Zacatecas manda el crimen organizado y las autoridades obedecen.

Ya existen elementos para creer la versión de que fueron los criminales los que ordenaron que esta mujer fuera internada en ese penal y ordenaron las violaciones para torturarla en venganza; como dije, en Zacatecas, los delincuentes mandan y las autoridades actúan.

Solamente así se explica que el trámite administrativo para sacar a la detenida de esa tortura haya tardado dos meses, que el violador sea el jefe de custodios, que la haya violado sin que nada ni nadie se lo impidiera y que, al conocerse de la violación, se haya fugado tranquilamente.

De hecho, las investigaciones periodísticas ya dan cuenta de que el gobierno de Zacatecas cambió de adscripción al funcionario cuando se enteró de los hechos, trató de ocultar la recomendación de la CDHEZ (Comisión de Derechos Humanos del Estado de Zacatecas) y, posteriormente, le aceptó su renuncia al presunto violador para dejarlo huir con total impunidad.

No se trata de un caso aislado. En Año Nuevo, en el Cereso de Cieneguillas (también en Zacatecas) fueron masacrados 17 internos con la complicidad de las autoridades, que permitieron el ingreso de las armas y voltearon para otro lado mientras ocurría la masacre.

Por supuesto que en aquella masacre la complicidad entre delincuentes y autoridades le garantizó impunidad tanto a los delincuentes que cometieron los homicidios como a las autoridades que les dieron todas las facilidades.

Lo mismo pasó con un comandante de la Policía Estatal conocido como El Colombiano, acusado de secuestrar y desaparecer a un joven en el municipio de Pánfilo Natera, Zacatecas; en aquellos hechos participaron, al menos, 14 elementos de la corporación estatal, de los cuales ninguno ha sido detenido.

Únicamente se supo de la desaparición del menor hasta que su madre se atrevió a contarle su caso a los medios de comunicación y el caso también dejó al descubierto las extorsiones que estos policías cobraban en el municipio donde operaban, todo bajo las órdenes del crimen organizado.

En Zacatecas, los criminales mandan y las autoridades obedecen con impunidad garantizada para ambos.

No estamos hablando de casos menores; esto merece la intervención del gobierno federal; por este medio (también lo haré de manera formal) le hago un llamado a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y al secretario de Seguridad Ciudadana, Alfonso Durazo, para que intervengan de inmediato.

No falta mucho para que en Zacatecas ocurra una tragedia como la de Ayotzinapa; la colaboración entre autoridades y delincuentes es muy peligrosa y se vuelve dinamita cuando la impunidad está garantizada.

Dejo testimonio público, porque lo que ocurre en Zacatecas es gravísimo, las autoridades no tienen ningún control de lo que sucede, ni siquiera en sus instalaciones o procedimientos, es un narcoestado.

Que quede claro, si el gobernador Alejandro Tello se convierte en otro Abarca, será responsabilidad de quienes le permitan seguir de rodillas frente a los criminales.

Sinceramente, no creo que Tello sea un narcogobernador, pero es un mandatario tan débil que ha permitido que el gobierno de Zacatecas se convierta en el brazo armado de los criminales.

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