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Ciudades saludables… reto mayúsculo

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Enrique García y García

La crisis sanitaria que estamos viviendo no sólo ha mostrado la vulnerabilidad de nuestro sistema público de salud, sino también los enormes costos económicos inherentes a la pandemia, y los riesgos de la actividad cotidiana por vivir en las grandes ciudades. En este mismo espacio se han analizado las afectaciones causadas por la saturación de vehículos y en un texto anterior se hace notar que la movilidad vehicular en las dichas ciudades, como la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, se tiene que atender por expertos en el tema, que en el mejor de los casos proponen una estrategia con base en su experiencia, pero eso no basta; en Suecia, por ejemplo, el problema lo atienden desde las universidades que fungen como asesores externos al gobierno.

Es claro que el covid-19 ha marcado un parteaguas en nuestra vida cotidiana y es de señalar que en las ciudades medianas todavía se puede corregir con relativa facilidad, pero no es el caso de la Ciudad de México. En ella, la movilidad de las personas se hace en transporte público, vehículos particulares, y una insignificante porción de la población tiene la fortuna de hacer sus actividades a pie o en bicicleta.

Tal parece que la tendencia mundial para la movilización de personas va a cambiar radicalmente. Los asientos deberán estar más separados, pero ¿qué sucederá con el traslado masivo de pasajeros que viajan de pie y apretujados en el Metro, Metrobús y otros? Son millones de capitalinos que se mueven de esa manera donde es imposible guardar la llamada “sana distancia”. Vaya situación.

Así las cosas, todo indicaría que en vez de usar el transporte público podrían usar vehículos particulares. Sin embargo, eso es una locura porque, incluso antes del confinamiento, las vialidades ya estaban saturadas con las consecuencias inherentes de contaminación del medio ambiente y pérdida de tiempo en los traslados; el problema es mayúsculo, pero hay que resolverlo.

Hace aproximadamente cinco años, en París durante la Cumbre de países que trabajan en favor del Cambio Climático, COP21, ya se indicaba que el medio de transporte sustentable por excelencia era la bicicleta porque cubría dos objetivos: el ejercicio y el transporte per se. Por otro lado, en esas reuniones también se recomendaba el uso compartido de vehículos privados, llamado “eco-transporte”. Más recientemente, en un magnífico reportaje de la revista estadunidense National Geographic, se daba la pauta de lo que ocurre en Tokio donde se estimula el caminar para el traslado a los colegios, centros de trabajo y demás actividades. Bien, muy bien, todo en pro del medio ambiente citadino.

Sin embargo, la Ciudad de México y su Area Metropolitana no es ni la sombra de Gotemburgo, París o Tokio, pero viven cerca de 27 millones de personas que tienen derecho a respirar aire puro y trasladarse a las escuelas o centros de trabajo sin desperdicio de tiempo, por lo que es imprescindible hacer una “reingeniería” de la ciudad con un grupo de expertos en la materia, apoyados con otros de diferentes ciudades también conflictivas.

Conscientes de mejorar el medio ambiente y en particular las características de los traslados en la CDMX, el año pasado, la jefa de Gobierno publicó un Plan de Movilidad en el que aborda directrices básicas en tres ejes: integrar de diferentes medios de transporte, mejorar la infraestructura vial y de servicios, y proteger a los usuarios en distintos aspectos. Cabe señalar que el documento es una buena herramienta básica para empezar a hacer varias adecuaciones urgentes en el aspecto de movilidad y sería conveniente que se diera a conocer del equipo de profesionales que participaron y las referencias correspondientes.

Sin embargo, la ciudad necesita la misma “reingeniería”, pero en aspectos que le den a la población mejores condiciones de salubridad, como por ejemplo, limitar la construcción de edificios, facilitar la apertura de grandes parques, estimular la creación de terrazas en las azoteas de edificios, y en sus paredes fomentar el crecimiento de enredaderas, etcétera, en resumen, optimizar su medio ambiente para conseguir a la postre un aire transparente y sobre todo, limpio. Por otra parte, también es urgente que la anunciada desconcentración de las dependencias del gobierno federal inicie lo más pronto que se pueda, pues la ciudad se está, literalmente, asfixiando.

La megalópolis tiene que aspirar a ser una ciudad saludable, aunque el reto sea mayúsculo.

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