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Indulgencia y parálisis, estrategia de la 4T

Miguel Ángel Godínez García

Miguel Ángel Godínez García

Alto mando

La misma mañana en la que el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, alardeaba una ligera inflexión en los índices de violencia, en Aguililla, Michoacán ocurría una de las peores emboscadas a policías estatales de las que se tenga memoria. Estaban amenazados, advertidos de no acercarse a la zona donde gobierna el CJNG, aun así, fueron enviados a ejecutar un mandato judicial del que no se sabe nada. No pasó ni media mañana cuando los datos ofrecidos por Durazo ya estaban en la dura crítica del análisis político, datos que no coinciden con los de quienes dan puntual seguimiento a la crisis de seguridad en el país.

Frente al estupor de todo México, las declaraciones del presidente López Obrador eran las mismas: “vamos a seguir con nuestra  estrategia, estoy optimista, vamos a lograr la paz y creo que también vamos a evitar estos hechos violentos”.

No. No se trata de creer, sino de lograr ¿Cuál estrategia? ¿Cuándo lo vamos a lograr? ¿Cómo los van a evitar? ¿Con armas cortas y escasas armas largas? ¿Desde Palacio Nacional en la mesa de reuniones infructuosas? ¿Con una secretaria de Gobernación desaparecida, cuando su función es la seguridad nacional? Olga Sánchez Cordero no merece ni una mención pública, sus declaraciones lo dicen todo.

No hay alguien que defina la estrategia, las causas de origen es lo único que escuchamos del Presidente y es en este punto donde Durazo y el Presidente se equivocan. A un enfermo se le salva la vida, aunque los procedimientos no ataquen directamente a la enfermedad, lo primero es que viva.

En eso estamos, salvando la vida de la gobernabilidad y del Estado de derecho. ¿Escucharon acaso los civiles, lo que la madre de un policía acaecido en tan cruel hecho grita? “No dejen a sus hijos ser policías porque se los van a matar, los mandan sin armas para cazarlos como animales”.

El relato de uno de los policías sobrevivientes lo confirma y revela las desventajosas condiciones para enfrentarse a estos grupos violentos, el armamento de los cárteles supera por mucho a la seguridad del Estado.

Hoy no vemos liderazgo alguno de Durazo y Sánchez Cordero en materia de seguridad, en la práctica no está claro en quién recae la estrategia, sólo sabemos que es fallida, y no porque no existan los cuerpos de seguridad, sino porque se les limita desde la silla presidencial.

Justo al día siguiente de esa masacre, ocurrió otro enfrentamiento en Guerrero. Los Guerreros Unidos le hicieron frente a militares y se constató lo que semanas antes el secretario de la Defensa había advertido: “ante cualquier agresión a las Fuerzas Armadas, se actuará en consecuencia”. Y así fue, un valiente soldado que entregó su vida por la seguridad del comando disparó con gran éxito a 14 individuos que osaron disparar a los militares.

Una gran demostración de lo que hace falta para mitigar la violencia. No se extrañe que surjan voces irresponsables que intenten linchar el actuar de las FA, ellos sólo abonan a la parálisis gubernamental.

La renovada capacidad de reacción de los militares dejó ver lo que al país le hace falta: voluntad política y valor para ordenar. Ni los abrazos en lugar de balazos ni los recuerdos a sus mamacitas han evitado actos violentos como los de esta semana.

Y sí, es un hecho. Se ha cambiado la estrategia para combatir a los cárteles, y ha sido gracias a la tenacidad y oficio del secretario de la Defensa. Otra muestra es la detención del hijo de

El Chapo Guzmán, Ovidio Guzmán, en Sinaloa, donde, a pesar del logro de las FA, fallaron los sistemas de inteligencia, no evaluaron la respuesta del grupo delictivo.

 

DE IMAGINARIA

* Ayer jueves se llevó a cabo la Décima Cumbre de Seguridad, estuvieron presentes el secretario Alfonso Durazo y el Gral. Rodríguez Bucio.

* Mi más sentido pésame al canciller Marcelo Ebrard y a su familia, por el sensible fallecimiento de su señor padre.

 

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