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El ejército en silencio

Miguel Ángel Godínez García

Miguel Ángel Godínez García

Alto mando

Los ejércitos son creados para defensa de la soberanía y de la seguridad nacional de sus países. Su mística se basa en la lealtad y el servicio, sin dejar de tener en cuenta que cada ejército se forja con base en la historia de su propio pueblo. Desde que fuimos un país libre, nuestro ejército ha pasado por un sinnúmero de eventualidades.

Recordemos al Ejército Trigarante, fracción del de la Nueva España, que le era leal a la Corona y que cambió sus lealtades. Incluso durante la guerra de Reforma existían dos ejércitos que eran leales a los ideales de los grupos liberales y conservadores. El ejército del Porfiriato, vencido durante la Revolución, marcó el inicio del actual ejército mexicano, producto de la fusión de diversas facciones revolucionarias. Este ejército, a pesar de sus innumerables cambios, ha conservado la lealtad a las instituciones como principal virtud, impidiendo desde el siglo XX golpes de Estado, como los sucedidos en países latinoamericanos.

No le corresponde al ejército evaluar la pertinencia de los cambios impuestos por los gobiernos, le compete ser parte de ellos porque así lo marca la ley, no es potestad evaluarlo como buenos o malos para continuar con las funciones que el mismo Estado le asigna bajo el amparo de la Constitución. Un ejército en silencio y obediente, como se espera de él. Un ejército que, incluso, ha caminado al lado de lo que se llamó La dictadura perfecta, sin cuestionamiento u opinión pública, porque no es menester de ellos juzgar. Quienes no comprender lo anterior no comprendieron el fondo del discurso de Cresencio Sandoval en el marco de la ceremonia de ascensos a nuevos jefes y oficiales. No alcanzan a comprender cómo, a pesar de los agravios, de los señalamientos o de haber incluso vivido el hecho más lamentable para la institución, como lo fue el caso Cienfuegos, pueden ratificar la lealtad y el deseo de ser parte del proyecto de país de la administración con la que le corresponde gobernar. La lealtad a las instituciones y al Presidente ha estado asegurada por años. No le deben respeto a una persona, le deben respeto a una democracia, a lo que el pueblo eligió. A quienes les corresponde evaluar bajo el cumplimiento de la ley y limitar sus facultades o, por ende, sus acciones, es a los Poderes de la Nación, a los congresos y a la Suprema Corte de Justicia. Mientras esto no pase, a nuestro ejército le corresponde cumplir y guardar silencio. Que si es justo o no que el presupuesto a las FA haya aumentado, que si tienen bajo su responsabilidad los proyectos personales de un presidente o los son del país, si son sociales o personales. Si deben estar o no en acciones contra el narcotráfico, si deben permanecer en los cuarteles o en la calle. Lo cierto es que el Ejército, a pesar de no tener presencia en la política del país, la tiene desde que es el blanco de la política de todos los frentes. La frustración de muchos por un ejército en silencio se justifica cuando en México prevalece la paz social y el equilibrio entre poderes. Otra cosa es la intranquilidad por la violencia, por el crimen organizado.

En esa ausencia de tranquilidad intervienen demasiados actores, incluyendo al Estado, en donde al Ejército sólo le compete coadyuvar a la seguridad en manos del mismo Estado. Siempre al filo de la navaja entre su función castrense y de policía no bien definida. Expuesto física y mentalmente a la opinión pública o incluso a la de la justicia endeble.

 

de imaginaria

Temeraria la ausencia de Rosa Icela Rodríguez, al frente de la SSPC, en un momento en donde lo que menos se necesita es incertidumbre en la seguridad del país. Muere Mireles Valverde, quien fuera vocero de las autodefensas y subdelegado del ISSSTE en Michoacán, tras haber perdido la batalla contra el covid. Ni los grupos armados ni los cárteles de la droga lograron hacer lo que el mal del siglo en pocos días logró.

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