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Trump vs. Trump

Max Cortázar

Max Cortázar

El presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, condujo a los demócratas al callejón sin salida donde los quería tener en el arranque del año 2020, calendario electoral que determinará si el mandatario permanece al frente de la Casa Blanca por un segundo periodo de cuatro años. Ese callejón, al que muchos demócratas anticiparon como turbulento e incierto, al que tantos otros no le encontraron camino político alterno para salvar cara frente a sus electores, una vez difundidas las acusaciones de abuso y obstrucción de la justicia presidencial, refiere a la continuidad del conflicto desde una línea institucional de choque con el mayor de los reflectores posibles: el desahogo de juicio político.

El impeachment que, un día sí y el otro también, domina la cobertura de los medios de comunicación con mayor alcance de la Unión Americana, tiene, al mediodía de hoy, una de sus definiciones más importantes. El Senado, en su papel de tribunal, acordará en sesión plenaria las reglas del proceso. Entre ellas, las condiciones en que acusadores y defensores habrán de exponer sus alegatos, así como los tiempos en los que la Cámara determinará si se declara infundado el señalamiento de ilegalidad presentado por los demócratas, o si, por el contrario, los senadores habrán de allegarse de testimonios y evidencias adicionales para proceder finalmente a dictar la absolución o la condena al mandatario.

El juicio político resulta una aduana fundamental para el presidente Trump porque le concede la oportunidad no sólo de continuar con el método de mantener cohesión entre su base de votantes a partir del conflicto, sino de mostrar como débiles y oportunistas a quienes son los perfiles presidenciables más competitivos del lado demócrata. Recordemos que, en esta coyuntura electoral, el mandatario estadunidense se juega el resto y tiene todos los incentivos para tomar riesgos, porque un segundo periodo presidencial haría callar al statu quo de Washington que siempre le ha despreciado y refrendaría la pertinencia de la radicalización de la política norteamericana.

El mandato de Donald Trump se crece en el conflicto, sólo que los adversarios se le estaban acabando. En estos años aniquiló a los demócratas acusándolos de sostener acuerdos internacionales que sólo generaron ventajas para las contrapartes en detrimento de la clase trabajadora de Estados Unidos. Acabó con el ala moderada del Partido Republicano, al exhibirlos como una corriente que nunca se atrevió a corregir el rumbo del país. Sin olvidar sus andanadas contra los medios de comunicación, a los cuales exigió una cobertura más “justa, equilibrada e imparcial”, por dejar en evidencia la falta de veracidad en muchos de sus dichos.

Una vez agotada la explotación de la desavenencia en lo interno, se ha dedicado a detonar el conflicto con sus aliados comerciales, como fue la renegociación del T-MEC; o con su bloque militar, representado en la OTAN, a cuyos integrantes europeos les llevó a invertir 130 mil millones de dólares adicionales en sus presupuestos de defensa; así como la reciente escalada bélica iniciada contra Irán, con base en supuestos riesgos afrontados por personal norteamericano.

Así, el mandatario estadunidense se ha peleado con todos y el proceso de impeachment le abre la oportunidad de entrar a su conflicto más importante. Por vez primera no marcará la diferencia frente a un tercer actor político. No. En la valoración de la opinión pública estará el presidente Trump, que hizo chantaje al gobierno ucraniano para que investigara a su rival más competitivo, Joe Biden, y obstaculizó ilegalmente la investigación; frente al presidente Trump que recobró el liderazgo de Estados Unidos y reactivó la economía a favor de la clase trabajadora.

El mandatario sabe que sólo puede perder si dos terceras partes de la Cámara vota en su contra (condición que no tienen los demócratas). El presidente sabe que los precandidatos, también competitivos, Bernie Sanders y Elizabeth Warren, al ser senadores, quedarán mal, tanto si se abstienen como si votan en contra. El mandatario sabe que el conflicto le da oxígeno a su reelección, sólo que ahora ha llegado el momento de hacer uso de su propio reflejo para ello.

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