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La mejor vacuna es López-Gatell

Max Cortázar

Max Cortázar

“Arranca semáforo naranja… con medio país en máximo riesgo y la otra mitad en alto riesgo de contagio…”, dio a conocer ayer Excélsior en una nota por demás ilustrativa de las condiciones nacionales, en el que el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, decidió dar por inaugurada la “nueva normalidad” con el reinicio de una parte importante de las actividades económicas en distintos estados, sin importar siquiera que las estadísticas de contagio y fallecimientos por covid-19 sigan marcando al alza.

La falta de cambio de tendencia en las curvas a noventa días de iniciado el confinamiento, junto con los más de 17 mil 500 personas que perdieron la vida como producto de la pandemia y los 150 mil contagiados que amenazan mayores brotes, dan muestra de las deficiencias de los esfuerzos emprendidos desde esa Subsecretaría para incentivar la movilización de manera convincente y ordenada en los distintos segmentos sociales a favor de su salud. Esto porque, a pesar del tiempo transcurrido, al comparar la situación de otros países con aplicación de medidas de reactivación muy similares, se dieron —a diferencia de México— con sus indicadores a la baja.

No sólo eso. Justo por la posibilidad de rebrotes que vuelvan a saturar los espacios hospitalarios, una parte importante de ellos se han planteado protocolos estrictos de medición, seguimiento de infectados y rastreo de personas expuestas. Sin embargo, en esta nueva fase, el subsecretario parece haber aventado la toalla al deslindar su responsabilidad como autoridad al mejor parecer de cada ciudadano. El problema es que las familias han carecido de datos científicos y criterios coherentes para tomar decisiones bajo las mayores condiciones de certeza posible. Obstáculos que les impide incorporar a su cotidianidad los cambios de conducta, como solicita, paradójicamente, el subsecretario.

Primero, defendió a capa y espada la aplicación del modelo Centinela, hasta que la realidad se impuso al clarificar que el conteo oficial estaba muy por debajo de lo que estaba aconteciendo en el país, además de que había municipios que se consideraban a salvo del coronavirus, cuando en realidad no había una sola instancia pública levantando pruebas en esa comunidad. Quizá en esa fase los mexicanos asumieron los mayores costos, tanto por recibir información que menospreciaba la gravedad real de la situación como por la justificación del subsecretario a la continuidad en la organización de actos públicos, que acabaron postergando la comprensión social sobre la dimensión del problema.

Después, de manera sistemática, ha errado las estimaciones del momento en que se encontrará el pico en la curva de contagio. En un primer momento la pronosticó a principios de mayo; más tarde afirmó que no era útil tener una curva nacional, sino puras estatales; para finalmente asegurar que lo más probable es que el pico se alcanzará en estos días, pero —por aquello de siempre tener una salida personal a la contradicción— ya anticipó que esta enfermedad “tendrá subidas y bajadas”, por lo que, en conclusión, los mexicanos estamos sujetos a casi cualquier escenario bajo la “prospectiva” del epidemiólogo López-Gatell. Valga recordar que, al igual que hoy, donde el país está en situación crítica de contagio, el pasado 30 de mayo dio por terminada la Jornada Nacional de Sana Distancia, en un estado nacional de máxima alerta.

Lo peor es que el subsecretario López-Gatell, en su calidad de cabeza de la estrategia gubernamental anticovid-19, ni siquiera se haya dado tiempo para coordinar con los gobernadores los procedimientos, tiempos y criterios de la reapertura; como tampoco quiso, en su momento, conciliar las cifras de fallecidos e infectados. Reclamo que principalmente provino de los mandatarios emanados del Movimiento Regeneración Nacional.

En todo este proceso resulta inadmisible que el subsecretario haya desplegado una estrategia sin pies ni cabeza que nos coloca en una situación de desventaja en comparación con la situación de naciones europeas y asiáticas que hicieron su tarea, con alto número de pruebas y apoyos económicos a comercios. Por lo mismo, mientras el subsecretario pretende vacunarse de su grave error con simple retórica para tratar de evadir los costos de su mala gestión, la mejor vacuna de los mexicanos contra el covid-19 es que el subsecretario López-Gatell renuncie y se disculpe por su impericia, falta de conocimiento e irresponsabilidad.

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