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España, va de nuevo

Max Cortázar

Max Cortázar

La ciudadanía española navega en un mar de malestar con su fragmentado sistema de partidos. El abandono del régimen de bipartidismo dominante ejercido durante lustros por socialistas y populares, uno a cada lado del espectro ideológico, dio paso a un multipartidismo de cinco institutos nacionales que, si bien en un primer momento alimentaron la esperanza de un sistema de representación más cercano al perfil de los votantes, hoy desbordan enfado al ser incapaces de darle estabilidad al gobierno de España. Sea esto porque el poseedor del mayor número de votos no alcanza junto con sus aliados el apoyo de la mayoría absoluta de la Cámara, sea porque la polarización ideológica de las bancadas parlamentarias ha hecho imposible conseguir la cohesión de la izquierda (PSOE-Unidas Podemos) o de la derecha (PP-Ciudadanos-Vox) en torno a un proyecto de gestión pública.

Así, de nueva cuenta, desde las elecciones celebradas el 28 de abril, fracasaron las negociaciones de investidura, se escucharon reclamos por falta de generosidad para el acuerdo político, así como existieron coyunturas dignas de telenovela ante los desencuentros personales entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Una tormenta perfecta que impidió formar gobierno al PSOE con los 176 escaños requeridos o la abstención de alguno de los partidos grandes, obligando al rey Felipe IV a disolver las Cortes Generales, así como a emitir una nueva convocatoria de elecciones para el próximo 10 de noviembre. Este laberinto lleva a España a su cuarta jornada electoral en tan sólo cuatro años, la segunda de 2019, así como al riesgo de que un gobierno en funciones se extienda cuando menos hasta principios del próximo año.

Quizá lo más rescatable de la crisis política sean los indicios de regreso al fortalecimiento del bipartidismo dominante. Los diversos sondeos de opinión publicados hasta ahora en medios escritos españoles coinciden al registrar dos fenómenos. Por un lado, el crecimiento electoral de los partidos tradicionales, con una ligera tendencia al alza del PSOE, que le garantiza la victoria en la elección de noviembre con 132 diputados —diez adicionales a su grupo actual—, aunque todavía a 44 legisladores faltantes para conformar gobierno, así como con un crecimiento más marcado a favor del PP, partido que pasaría de una bancada de 66 a una en el orden de 94 integrantes. Por el otro, la contracción en la fuerza electoral de los institutos políticos emergentes. La mayor caída se prevé para Ciudadanos, el tercer partido de España en importancia, el cual vería desplomar su grupo parlamentario hasta en un 50%, Unidas Podemos restaría, en principio, cuatro escaños, y la ultraderecha de Vox, seis. La pérdida de competitividad de estas nuevas conformaciones se acompaña de un desencanto general porque la participación electoral también caerá casi diez puntos porcentuales en comparación con la elección del pasado abril, para ubicarse en 67 por ciento.

No sólo en números de percepción ciudadana se denota la intención de intentar girar hacia un bipartidismo dominante. Las estrategias electorales del Partido Socialista Obrero Español y del Partido Popular son llamados persistentes al voto útil para darle la ansiada estabilidad a ese país. En el lado de las derechas, el PP condujo a Ciudadanos a un callejón sin salida al proponerle una alianza electoral. De haberse aceptado, los populares hubieran dominado la agenda sobre su joven aliado de fórmula y, dado que la rechazaron, el PP acusará a Ciudadanos frente a los electores de haber obstaculizado el retorno seguro de la derecha al gobierno, asumiendo un discurso programático menos radical para ganarse a un segmento amplio de sus votantes desencantados. Como prueba, ahí están las incorporaciones a las listas de candidaturas a exministras moderadas durante el mandato de Mariano Rajoy.

En el otro lado del espectro, Pedro Sánchez apuesta por la crisis al interior de Unidas Podemos. Al declinar las exigencias de esta organización para asegurarle conformación de gobierno y con ello ir a elecciones, los socialistas harán que Unidas Podemos tengan que competir para retener su nicho electoral con Más País —formación de reciente creación fundada por su antiguo aliado, Iñigo Errejón—, acelerando el desgaste de las izquierdas menos moderadas. Mientras esa previsible confrontación se da, el PSOE transitará una propuesta programática que incorpore políticas que hagan un guiño a los votantes más radicales sin perder su posicionamiento moderado. Será en noviembre cuando veremos si el retorno a la estabilidad española finalmente es posible.

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