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Llamas en Notre Dame

Martín Espinosa

Martín Espinosa

Iniciada su construcción en 1163 y concluida en 1345 (siglos XII al XIV), la icónica catedral de Nuestra Señora de París ha sido referente en el mundo no sólo para los católicos, sino también para los amantes del arte y la arquitectura, por su estilo gótico, reflejo del esplendor y la monumentalidad de la Francia de aquellas épocas. Los cambios que vivía la sociedad gala en los inicios del siglo XI marcaron el resurgimiento de los parisinos en los diversos ámbitos de su vida política, económica y social, con una burguesía adinerada debido al boom comercial de aquellos tiempos y a la alta influencia del clero.

La construcción de Notre Dame inicia bajo la influencia del obispo de París, Maurice de Sully, quien consideraba que la antigua catedral de San Esteban era poco digna para los valores de la nueva época que vivía la Francia del siglo XII. Eran los tiempos del papa Alejandro III y hasta la fecha persiste la duda sobre quién de ambos personajes colocó la primera piedra del templo.

Fueron varios los arquitectos que “desfilaron” por la magna obra, construida a la par de otras catedrales francesas en un estilo más gótico que la de París: la catedral de Chartres (Cartujos), la de Reims y la de Amiens.

Tuvo varias modificaciones a lo largo de los siguientes siglos. Por ejemplo, a finales del XVII, durante el reinado de Luis XIV, el llamado Rey Sol, el barroco hizo de las suyas en la zona de sepulcros y vitrales de la catedral. En 1793, la construcción tuvo que afrontar la destrucción de varios de sus elementos, incluidas las enormes campanas —20— que fueron fundidas para hacer cañones de guerra debido a la Revolución Francesa, así como el robo de muchos de sus tesoros artísticos hasta convertirse en un enorme almacén de alimentos.

Notre Dame ha sido escenario de hechos históricos como la coronación de Enrique VI de Inglaterra durante la Guerra de los Cien Años, la “autocoronación” —el 2 de diciembre de 1804— de Napoleón Bonaparte como emperador de Francia, con la “complicidad” del papa Pío VII, y en 1909 la Beatificación de Juana de Arco.

Su luminosidad, ésa que inspiró su construcción hace más de 8 siglos, se podía apreciar gracias a sus amplios y magnificentes vitrales que adornaban la cabecera de la catedral, por encima del altar mayor.

Sus tesoros actuales incluyen algunas reliquias de incalculable valor para el mundo cristiano: la corona de espinas, un fragmento de la cruz de Cristo y uno de los clavos que sirvió para la crucifixión de Jesús. Los objetos sacros fueron comprados por el rey Luis IX al emperador de la antigua Constantinopla, hoy Estambul, la ciudad más poblada de Turquía.

Notre Dame inspiró, en 1831, en pleno romanticismo, la novela de Victor Hugo: Nuestra Señora de París, basada históricamente en la catedral durante la Edad Media, en la que su personaje —Quasimodo— se enamora de una gitana de nombre Esmeralda: “... Y la catedral no era sólo su compañera, era el Universo; mejor dicho, era la Naturaleza en sí misma. Él nunca soñó que había otros setos que los vitrales en continua floración; otra sombra que la del follaje de piedra siempre en ciernes, lleno de pájaros en los matorrales de los capiteles sajones; otras montañas que las colosales torres de la Iglesia; u otros océanos que París rugiendo bajo sus pies”.

Nota al calce: Notre Dame también fue escenario del suicidio de la mexicana Antonieta Rivas Mercado (María Antonieta Valeria Rivas Castellanos), hija del arquitecto Antonio Rivas Mercado, diseñador del Ángel de la Independencia. Despechada por el amor imposible hacia José Vasconcelos, María Antonieta se dirigió a la famosa catedral de la capital francesa, a donde había trasladado su residencia en 1931, y sentada en una banca frente a una imagen de Cristo crucificado, sacó una pistola y se disparó en el pecho.

Es muy probable que, de acuerdo con los expertos, la estructura principal de la icónica catedral de París, logre ser salvada. Sin embargo, debido a la caída de los techos de la nave principal y de la aguja que coronaba, el inmueble como vigía permanente de la otrora “Ciudad Luz”, su rescate tardará muchos años, por lo menos cinco, ha dicho el presidente Macron. Hoy, como en otros tantos órdenes de la vida humana, se puede hablar de un antes y un después en la conservación del arte y la arquitectura de Notre Dame tras estos trágicos sucesos del siglo XXI.

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