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La Comuna: no olvidar y vincular

Luz Emilia Aguilar Z

Luz Emilia Aguilar Z

Horizontes imaginarios

Teatreros que se formaron para trabajar en edificios cerrados, de un tiempo acá vienen cuestionando los formatos tradicionales. Han buscado otros caminos en la indagación de los escenarios de la vida real, donde la gente construye o destruye su presente, olvida o recuerda su pasado y piensa o no en un futuro. Uno de estos teatreros es Rubén Ortiz, quien ha encontrado un camino fértil en el proyecto La Comuna, Revolución o Futuro, del Colectivo que se ha llamado La Comedia Humana. La Comuna presenta el resultado de su proceso de trabajo en su quinta etapa, o Capítulo V, Rentas Congeladas, en el Museo de la Ciudad de México.

Este proyecto, me comenta Ortiz antes de la “función”, es un trabajo realizado en la convivencia con comunidades en sus territorios, con el fin de investigar en la memoria, el presente y el porvenir de sus formas de vida, como posibilidad para crear imaginarios futuros. En lo que fue el Capítulo I, me comenta que estuvieron en el Campamento Dos de Octubre: “Ahí generamos talleres de memoria y territorio, entre éstos uno para los jóvenes, relacionado con la expresión. Nos interesa conectar a los grupos: por ejemplo, en el Campamento Dos de Octubre los chicos no conocían la historia de ese sitio, su razón de ser. Las fundadoras nos contaron de su pasado. Hicieron sus propias casas con plastilina, recordaron trayendo objetos. Relacionamos esos datos con lo que encontramos en archivos de Gobernación. Confrontamos las versiones en un espacio público. Al final, construimos con la propia gente una casa de cartón, donde hicimos conversatorios, exposiciones y otras actividades. Los chicos hicieron un mural. La policía llegó con la intención de borrarlo y retirarlos. Pero los jóvenes les contaron de qué se trataba, la historia que los policías tampoco conocían, y los oficiales se volvieron sus amigos. El mural lleva un año y no ha sido intervenido”.

Del Campamento pasaron a Quiltepec, en Tlalpan, y luego a otros sitios. Lo que se presenta en el Museo de la Ciudad de México resultó de la invitación del Sistema de Teatros a dar funciones, pero La Comuna no da funciones propiamente dichas. En ese marco “vino la posibilidad de trabajar en este Museo —comentó Ortiz— y resultó que mi madre vivió aquí de niña, en el patio secundario, donde había una vecindad que fue expropiada en 1960 y remodelada por Pedro Ramírez Vázquez”.

El Capítulo V de La Comuna consistió en una miniconferencia impartida por un conocedor de la historia del inmueble, que la contó en breve y de forma amena desde el primer patio. Luego a los visitantes-espectadores nos pasaron al segundo patio, donde entramos en el juego ficcional de estar en el estudio de TV Comuna. Un exaltado locutor anunció, con micrófono en mano, la entrevista con un par de conocedores del devenir de las vecindades, quienes ofrecieron una monografía del tema, que recorrió del siglo XVI a los dilemas de hoy de la vivienda urbana popular y la industrialización, pasando por la ley de rentas congeladas y el temblor del 85, con sus consecuencias para la organización vecinal. En la pantalla al fondo se fueron proyectando imágenes de películas mexicanas viejas. También se vieron escenas de El rock de la cárcel, de Elvis, en recuerdo del Cine las Américas, donde se estrenó el filme. A ello se sumaron cápsulas informativas del pasado y una final, con un posible futuro, en la que llegaría para 2018 Slim Helú a la gubernatura del estado 32 de la República, para hacer del Centro Histórico el territorio de artistas, intelectuales, empresarios jóvenes y negocios del primer mundo, luego de expropiarlo casi por completo. A eso se añadió la experiencia de dos jóvenes invitados a compartir sus indagaciones por vecindades del Centro Histórico. De su incursión en la Emiliano Zapata resultó un cortometraje que fue proyectado. La madre de Rubén Ortiz, y otro exhabitante de República de El Salvador 126, cuando era vecindad, contaron sus experiencias en dos grupos de espectadores. A mí me tocó con ella. Fue amena, fresca y franca en su charla. Eran cuartos de no más de dieciséis o dieciocho metros cuadrados, donde vivían familias enteras, que compartían el baño y la pileta de agua con los otros inquilinos. Y compartían también las alegrías de las posadas, las angustias de las enfermedades y los duelos: había comunidad.

La exposición de los trabajos anteriores de La Comuna es parca y precaria. Disfruté el esfuerzo de memoria colectiva, escarbar en compañía de otros por los escombros de lo cotidiano, el origen y sentido de lo que hoy somos y habitamos.

 La Comuna Capítulo V, Rentas Congeladas estará abierta al público en el Museo de la Ciudad de México, Pino Suárez esquina con República de El Salvador, sólo el sábado y domingo 27 y 28 de junio.

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