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La habitación

Lucero Solórzano

Lucero Solórzano

30-30

 

Varias películas mexicanas han podido abrirse paso en estos dos fines de semana en la apretada cartelera que, como siempre, se ve saturada de cine extranjero, muchas veces malo, pocas veces bueno.

La habitación es conocida también como Tales of Mexico-Relatos de México. Asumo que la intención en este doble título es evitar la confusión con la muy reciente cinta norteamericana The room-La habitación, esto en el caso de su distribución fuera de México.

La habitación, que se estrena hoy en México, es una producción de 2016 que ha tenido un paso destacado por varios eventos cinematográficos en México y fuera de él. No es una película más. Es un experimento bien logrado que cuenta con un guión de María Diego Hernández, que ubica la acción en un periodo de casi 100 años, en la misma habitación de una casa porfiriana ubicada probablemente en la colonia Roma o Juárez. La producción es de Edher Campos y Luis Salinas, de Machete Films, y lo que la hace diferente y arriesgada es que en esa habitación se desarrollan ocho historias dirigidas por sendos directores y cada una va registrando un momento determinante de la historia del siglo XX en la Ciudad de México.

El proyecto se está construyendo desde 2009, pero la complejidad de la historia y el hecho de que la integran ocho directores, demandó algunas escalas en el camino para recapitular y revisar a fondo lo que se iba filmando. Las transiciones en el tiempo están dadas por algunos cambios en el manejo de la luz y el color. La habitación se transforma de acuerdo con las épocas, pero se insiste mucho en sus ventanas, muy afrancesadas, que siempre se conservan iguales.

Natalia Beristáin, Carlos Carrera, Carlos Bolado, Daniel Giménez Cacho, Ernesto Contreras, Alfonso Pineda Ulloa, Alejandro Valle e Iván Ávila Dueñas se reúnen para dirigir, con su sello personal, las ocho historias concebidas por María Diego Hernández. Desconozco cuál haya sido la mecánica para definir quién dirigiría qué. Si en un trabajo de mesa cada uno seleccionó la anécdota con la que se identificaba, si los productores y la guionista las asignaron o si “la historia encontró a su director y viceversa”. El hecho es que, en algunos, el estilo personal es hasta reconocible.

Con una ambientación prolija en detalles y la muy cuidada producción, el argumento arranca con un matrimonio de la aristocracia porfiriana —dueños originales de la casa— que se prepara para la fiesta del centenario de la Independencia. Es mejor no saber mucho más de la trama antes de verla.

La habitación trae implícito un retrato social de México poco halagüeño, algunos de sus directores se han caracterizado por su línea dentro de la crítica social de la realidad mexicana; esto la hace un poco desesperanzadora, pero no hay que interpretarlo como un defecto. En La habitación está nuestro México, particularmente en sus momentos finales.

Es ampliamente recomendable para verla este mismo fin de semana.

 

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