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La maestra de Kínder

Lucero Solórzano

Lucero Solórzano

30-30

Como si descubriera un pequeño Mozart de la poesía, una maestra de kínder en Tel Aviv, toma bajo su tutela a Yoav, un niño de cinco años, quien vive con su padre quien maneja dos restaurantes de moda, y tiene poco tiempo para atender al pequeño.

La madre es un figura ausente. A decir de Yoav murió, pero el papá argumenta que simplemente se fue. Dirigida por Nadav Lapid, esta cinta podrá verse en algunas salas y en la Cineteca Nacional a partir de hoy, y su calidad artística y cinematográfica y sobre todo el ser diferente a lo que se ve en las salas, ameritan el esfuerzo de salir a la “caza” de la oportunidad de verla.

La maestra de Kínder (Haganenet, Francia-Israel, 2014) es una película austera, muy sencilla. Sigue a una maestra de kindergarden, Nira, interpretada por la actriz Sarit Larry. Es una mujer que apenas se acerca a los 40, su marido es ingeniero y tiene dos hijos que ya no viven en la casa. Nira y su esposo parecen tener una relación armoniosa, pero él no tiene inclinación por el arte ni la poesía.

Nira es un personaje enigmático. Parece constantemente ensimismada, sonríe poco, es melancólica, casi etérea. Está lejos de parecer una madre y esposa feliz, pero sus horas en el kínder, en contacto con los niños, la cambian radicalmente. Lo mismo sucede con el grupo literario en el que varios aficionados se reúnen para leer y escuchar poesía.

Yoav, Avi Shnaidman, es el eje de rotación de la historia con una actuación en verdad conmovedora, convincente, muy seguro de sí mismo. La inspiración le llega súbitamente y arma piezas poéticas complejas, con metáforas y simbolismos inusitados para sus cinco años, pero con toda la carga de imaginación y fantasía propios de la edad. La maestra siente que tiene un niño prodigio entre sus manos; que nadie, ni su padre lo valoran o se interesan, y que puede derivar en un talento desperdiciado si no se le brinda atención y mayor preparación.

Uno no puede dejar de cuestionarse en torno a las biografías de aquellos grandes genios de la música, la literatura, la pintura, el arte en general. ¿Qué hubiera sido de aquellos grandes talentos si sus familias y maestros, el entorno o su contexto no los hubieran impulsado? Con las proporciones bien guardadas, pero ¿conoceríamos la obra maestra de Wolfgang Amadeus Mozart, si su padre no hubiera detectado el fenómeno que era su hijo y lo hubiera explotado, vilmente sí, hasta hacer que fuera reconocido en las más importantes cortes de Europa y que trascendiera a formar parte de nuestras vidas más de 200 años después?

¿Qué tanto nos importa fomentar el arte en la niñez actual? ¿Cuánto más prefieren los niños de hoy jugar con una “tableta” que tocar un violín, el piano, bailar, leer, escribir? ¿Qué tanto estamos matando el arte?

Nira se preocupa por eso, y procura un acercamiento con el pequeño, escribiendo todas las poesías que espontáneamente el pequeño dicta. Nira quiere que la vida de Yoav sea diferente, que nadie “mate” lo que trae dentro, pero no cuenta con que posiblemente el mundo de hoy está asfixiando la semilla de la inquietud artística en la mente de los niños.

                Muy recomendable.

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