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45 años

Lucero Solórzano

Lucero Solórzano

30-30

Sin duda muy merecidos los respectivos Osos de Plata como Mejor Actriz y Mejor Actor en el pasado Festival de Berlín para Charlotte Rampling y Tom Courtenay por su trabajo en la película británica 45 años, que se estrena este viernes 25 de diciembre.

La historia aborda la problemática de ese público con frecuencia desatendido por el cine. Hombres y mujeres de más de 75 años que no se encuentran reflejados en la pantalla, salvo por muy honrosas excepciones que han desarrollado argumentos brillantes en torno a la fragilidad de la relación de parejas que llevan décadas juntos,  como es el caso de la conmovedora película de Michael Haneke, Amour; la de Sarah Polley, Lejos de ella; de Fellini, Ginger y Fred; On golden pond de Mark Rydell; El hijo de la novia de Juan José Campanella; Elsa y Fred de Marcos Carnevale; About Schmidt de Alexander Payne, y La demora de Rodrigo Plá.

45 años es el tercer largometraje del realizador inglés Andrew Haigh, que también hace la adaptación cinematográfica basado en el cuento corto de David Constantine. Se trata de una cinta llena de sutilezas, desde su secuencia de créditos en la que se escucha el sonido de un proyector de diapositivas que van cayendo una tras otra, mientras en la pantalla sólo desfilan palabras en un fondo negro.
Ese paso de diapositivas será más adelante el momento fundamental de la historia.

Haigh nos lleva a la apacible intimidad de Kate, con la extraordinaria Charlotte Rampling, y Geoff, en una compleja interpretación de Tom Courtenay que borda su personaje de silencios, murmullos, pensamientos en voz alta, ausencia, dolor. Dividida en capítulos de acuerdo con los días de la semana previa a la fiesta por su aniversario número 45, se inicia con la rutina diaria de la pareja, ya retirada, ella fue maestra, él trabajó en una fábrica local. No tuvieron hijos y viven a las afueras de una pequeña ciudad en la campiña inglesa. Como buen matrimonio con tantos años juntos, son seres de costumbres y rutinas difíciles de romper.

El lunes Kate inicia el día, como siempre, paseando a su perro Max. Llega a casa, bebe un vaso de agua en la cocina. Geoff ha recibido una carta que desencadenará una serie de eventos. En ella le comunican que ha sido localizado en un glaciar en Suiza, el cuerpo sin vida de una mujer que amó profundamente antes de conocer a Kate.

Charlotte Rampling, probablemente en el mejor papel de su filmografía, se pone en la piel de Kate y con la cámara como eterno testigo, va desmenuzando las emociones y el desasosiego que vive esta mujer. A través del vidrio de una tienda la vemos sentada en una banca, con la mirada ausente, rodeada del bullicio de la calle, pero al mismo tiempo muy sola, callada. Sus ojos, su lenguaje corporal, nos permiten saber exactamente qué es lo que está sintiendo, no tiene que decir una sola palabra. Sólo sabe que está llena de preguntas sin respuestas.

45 años es una película sobria, muy humana, elegante, sin exabruptos, pero con una gran profundidad. Es un bello dibujo de lo masculino y lo femenino. El guión es redondo, y Rampling y Courtenay están excepcionales.

Créame, no se la puede perder.            

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