Logo de Excélsior                                                        

Biden, a recoger el mugrero que dejó Trump

Lorena Rivera

Lorena Rivera

La era del negacionismo trumpiano en Estados Unidos terminó. Atrás quedó la sentencia de que el cambio climático es un engaño o bulo. Así, el 20 de enero pasado, el nuevo presidente de esa nación, Joe Biden, hizo lo que prometió durante las primeras horas en la Presidencia. Firmó, entre muchas otras, tres órdenes ejecutivas para enmendar, en parte, los daños ocasionados por su antecesor.

Una, regresar EU al acuerdo climático de París; otra, rescindir el permiso de construcción del oleoducto Keystone XL, el cual transporta petróleo desde Alberta, Canadá, donde se encuentran las arenas bituminosas, hasta la costa del Golfo de México y, la tercera, imponer una moratoria sobre el arrendamiento de petróleo en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico. Tres de los compromisos vinculados al cuidado del ambiente y la lucha climática.

Así, el miércoles, el presidente firmó la carta dirigida a Naciones Unidas para iniciar, formalmente, el proceso de 30 días para reingresar al acuerdo, lo cual se tiene previsto sea el 19 de febrero, aunque le pese a los negacionistas y hombres de la economía gris, además de algunos republicanos, como el senador Ted Cruz, quien se robó las mismísimas palabras de Trump y escribió en un tuit: “Al volver a unirse al acuerdo climático de París, el presidente Biden indica que está más interesado en las opiniones de los ciudadanos de París que en los trabajos de los ciudadanos de Pittsburgh. Este acuerdo afectará poco el clima y dañará los medios de vida de los estadunidenses”.

Palabras que denotan negacionismo e ignorancia —la misma mostrada por Trump durante los años de su gobierno y unos cuantos previos—, al no comprender lo que realmente significa el acuerdo climático más ambicioso jamás ratificado por 196 naciones para combatir uno de los más grandes desafíos de la humanidad: la crisis climática.

El que Biden haya decidido reincorporar a su país —el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo— al esfuerzo internacional, significa una gran oportunidad para evitar que en los próximos años se exacerbe el calentamiento global al grado de ser catastrófico, lo cual haría inhabitables muchas regiones del planeta, con migraciones colosales, además de costos sociales y económicos inimaginables.

Por ello, también ordenó en su primer día como presidente, que todas las agencias federales iniciaran la revisión y restablecimiento de más de 100 regulaciones ambientales debilitadas o eliminadas por Trump.

El reto fijado para mantener el calentamiento por debajo de 1.5 grados centígrados podría no estar alejado si Estados Unidos logra, de acuerdo con la promesa de Biden, emisiones netas cero para 2050, pero para ello debe fortalecer las acciones a corto plazo para dejar atrás la economía gris y transformarla a una basada al ciento por ciento en energía renovable, además de volver sustentables los sectores de generación eléctrica, industrial, transporte y agroindustrial.

Para lograr la transformación, comprometió una inversión de 1.9 billones de dólares durante 10 años, pero necesitará que el Congreso apruebe el presupuesto. No sólo eso, Biden está obligado a realizar una transición justa hacia las energías renovables, más cuando la pandemia de covid-19 ha mermado la economía y ocasionado una tasa de desempleo de 6.7% —al cierre de diciembre pasado—, de acuerdo con la Oficina de Estadísticas Laborales.

Seguro no será fácil poner en marcha las políticas públicas ni leyes para cerrar la llave de la industria de los combustibles fósiles y dirigir la inversión a la creación de empleos verdes.

Con Barack Obama, EU se había comprometido a disminuir las emisiones de entre 26 y 28% hacia 2025, pero, como se sabe, Trump lo obstaculizó, así que Biden tiene el desafío no sólo de cumplir, sino de elevar la reducción para poder descarbonizar a su país en 2050.

Si de financiamiento se trata para apoyar a las naciones más vulnerables en la adaptación a los estragos que ya ocasiona la crisis climática, el papel de Estados Unidos será crucial. El compromiso era una bolsa de tres mil millones de dólares al Fondo Verde para el Clima, pero, de ésos, sólo se aportaron mil millones, por lo cual Biden tiene ese gran pendiente y ojalá logre la aprobación del Congreso.

Si Biden lo logra y retoma el liderazgo climático internacional, llevando a EU hacia las emisiones netas cero, podría presionar a aquellos gobiernos que se niegan a acelerar el fin de los combustibles fósiles y a aquellos que no han aumentado la ambición en los compromisos climáticos a través de las contribuciones determinadas a nivel nacional, estipuladas en el Acuerdo de París, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, así, no sobrepasar 1.5 grados centígrados de temperatura respecto a la época preindustrial.

Comparte en Redes Sociales