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Fuera del clóset: la experiencia del Reino Unido en la lucha contra la homofobia

London eye

London eye

Por Corin Robertson

El pasado viernes se conmemoró el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, recordándonos la necesidad de poner fin a la violencia y discriminación contra la población LGBT+. A pesar de haber pasado casi 30 años desde que la OMS quitó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, aún persisten casos en los que se cometen violaciones a derechos debido a la orientación, identidad o preferencia sexual de una persona.

De acuerdo con el último informe de la Asociación Internacional de Gays, Lesbianas, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales (ILGA), en al menos 72 países la homosexualidad es ilegal. En siete, es motivo de cadena perpetua y en ocho se castiga con pena de muerte. Esto nos deja con un panorama gris, en donde es difícil ver un arcoíris en el horizonte.

Sin embargo, existen avances significativos: 26 naciones ya reconocen el matrimonio entre personas del mismo sexo; 39 poseen marcos normativos que castigan la incitación al odio, la discriminación o la violencia contra una persona por razón de orientación sexual; y 28 permiten la adopción homoparental.

El Reino Unido es uno de los países en los que se ha avanzado mucho en poco tiempo. Vale la pena recordar que, hasta 1967, el sexo entre dos hombres era un crimen, y los homosexuales tenían prohibido trabajar en el servicio diplomático hasta 1991, por razones de “seguridad nacional”. Todo inició en 2003, cuando se eliminaron las disposiciones que hacían ilegal la “promoción” de la homosexualidad en las escuelas. Cuando quitamos las barreras de la discusión pública sobre temas LGBT+, la sociedad misma impulsó un progreso legislativo que permitió que diez años después se celebraran los primeros matrimonios entre personas del mismo sexo. Actualmente nuestro marco legislativo es uno de los más fuertes del mundo para prevenir y combatir la discriminación, incluso por motivos de orientación sexual.

Pero, ¿basta con tener avances en la ley? No, en mi país creemos que la promoción y la salvaguarda de los derechos LGBT+ –y todos los derechos humanos– no se trata sólo de legislación. Se trata también de apoyar el cambio de actitudes y de desafiar las convenciones sociales nocivas, así como de promover un entorno más favorable y más seguro para que todos puedan vivir sin tener que fingir ser alguien o algo que no son.

Por ello, impulsamos la prevención y la lucha contra el bullying homofóbico, así como medidas para remediar el daño causado. Además, en nuestro Plan de Acción LGBT+ hemos introducido requerimientos para que los policías documenten efectivamente crímenes de odio y hemos incorporado herramientas de información y transparencia en línea.

En México trabajamos para promover que las personas muestren públicamente su amor, de la misma manera que una pareja heterosexual puede hacerlo. Este año participaremos en la Marcha del Orgullo LGBT+ junto con otras misiones diplomáticas. También facilitamos espacios de diálogo, como una reciente mesa de discusión que organizamos acerca de las barreras que enfrenta la población transgénero y transexual.

Aunque ambos países hemos progresado, aún queda mucho camino por recorrer. La equidad es parte fundamental, pues no sólo se trata de reconocer nuestras diferencias y defender nuestros derechos, sino también de crear vínculos a través de la empatía. Trabajemos para que nunca nadie más esté obligado a refugiarse en el clóset y que no haya agresiones por amar a alguien, vestir de cierta manera y, en último extremo, ser tú mismo.

Espero sus comentarios en london.eye@fco.gov.uk y a través de Twitter: @UKinMexico y @CorinRobertson

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