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¡Ya basta!

Kimberly Armengol

Kimberly Armengol

Rompe-cabezas

Los sueños de la pequeña Sofía, de tan sólo 12 años, se acabaron al ser asfixiada y violada en Zacatecas; Gabriela, de 17 años, enamorada de su novio, murió tras la brutal golpiza que él le propinó; tres niñas poblanas quedaron huérfanas después de que su madre, Susana, fuera torturada, por nueve días, y asesinada a manos del alcohólico de su pareja sentimental.

Heidi, de nueve años, asesinada por un familiar cercano en Jalisco; el cuerpo de Ayelín, de 13 años, fue desechado como basura en un barranco en Guerrero. Cada estado y cada municipio tiene su propia historia de terror.

Desafortunadamente, en un par de semanas olvidaremos estos nombres debido a que otras 150 mujeres serán asesinadas, 150 familias rotas, niños en orfandad y con una posibilidad muy baja de que reciban justicia. Otras más que serán olvidadas en un país con una violencia de género desbordada.

En los últimos cinco años, los feminicidios crecieron 137% y las instancias judiciales pierden el tiempo entre la verborrea y las excusas. En lo que va de este año, tuvieron lugar dos mil 784 asesinatos de mujeres y niñas y, al terminar la jornada, por lo menos, habrá diez más.

Vivir o sobrevivir como mujer en este país es una lucha cotidiana, la misoginia y el machismo están tan arraigados en nuestra cultura que millones de mujeres son incapaces de ver las primeras señales violentas de lo que será una relación sentimental que las llevará a la muerte.

Otras millones (más de 25 millones) no cuentan con un ingreso propio que les permita huir de sus victimarios; por lo menos 17 millones se dedican exclusivamente al hogar y no encuentran escapatoria en una espiral de violencia.

De los crímenes de género, las autoridades, con lujo de incompetencia, sólo atendieron 26% como feminicidio. Ante la nula cultura de perspectiva de género en este país, las fiscalías encuentran muchas dificultades para sostener y documentar casos como feminicidios y los convierten en “homicidio convencional”.

A nivel nacional, no hay un solo protocolo eficiente que permita tipificar los crímenes como feminicidio. Tan criminal es el feminicida como los servidores públicos que obstaculizan y corrompen los procesos por acción u omisión, desinterés, normalización e incompetencia.

Menos de 5% de los ministerios públicos se especializa en violencia contra las mujeres. Las cifras de impunidad son escandalosas: más de 51% de estos delitos no son castigados y podríamos seguir con un listado de los errores y omisiones judiciales para castigar el feminicidio, proteger a las víctimas y sentenciar a los victimarios.

 
NUESTRA CULPA

La violencia de género tiene múltiples aristas y varias vías para combatirla. La primera, sin lugar a dudas, es la educación de las nuevas generaciones, la no tolerancia frente a actos de desigualdad y terminar con ese silencio cómplice en el entorno del feminicida. La no revictimización de las víctimas.

Pero las mujeres también tenemos mucho camino por andar, afianzar las cadenas de protección, generar solidaridad, romper relaciones patriarcales y dependientes y educar (considerando que más de la mitad de las familias son monoparentales).

 
POST SCRIPTUM

Celebro de pie la eliminación de los esquemas de subcontratación (outsourcing). Comprendo claramente el shock y el impacto económico que representa para la IP, pero era indignante que millones de trabajadores fueran estafados en sus derechos laborales, acceso a la seguridad social y programas de pensión.

Ahora sería momento de regular las largas horas de jornada laboral en México, tan premiadas por los empleadores so pretexto de “ponerse la camiseta”, situación que sería vista como ineptitud e ineficacia en los países desarrollados.

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