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El fantasma de Perón

Kimberly Armengol

Kimberly Armengol

Rompe-cabezas

Hay una obsesión poética de muchos líderes latinoamericanos por convertirse en el siguiente Juan Domingo Perón y que su figura termine representando un movimiento político que se denomine como ellos, que toda la estructura del partido gire en torno a su ideario y no a una institución política que represente un movimiento nacional.

Hasta ahora, nadie lo ha logrado y dudo que alguien pueda emular al político sudamericano, no por falta de ganas, sino, tal vez, por la imposibilidad política que representan los que están destinados a ser el Perón sobre el que el líder iluminado pretenderá construir su legado.

Juan Domingo Perón, a través de sus mujeres, María Estela Martínez y Evita, logró que un puñado de ideas populistas muy en boga a mediados del siglo pasado, que han rebrotado con menor éxito paulatinamente por la región hasta nuestros días, hicieran que se confundiera al Partido Justicialista con la propia imagen de su líder.

En diversas latitudes se encuentran ejemplos. José Mujica no representó el génesis de un movimiento político, sino que fue una línea en la historia de Uruguay y se le ve como una suerte de anormalidad estadística.

Con los matices que plantea el haber llegado al gobierno mediante la violenta fuerza armada, Fidel Castro no representó para Cuba un movimiento, sino el culto a una personalidad. En él se concentraba todo el ideario de la revolución que comandó.

Las palmeras que pudieron hacerle sombra, como Camilo Cienfuegos o Ernesto Guevara, rápidamente se hicieron a un lado junto con otros que trataron de mantener la pureza del movimiento. Los que no fallecieron en extraños accidentes o buscando expandir la revolución fueron presos y su recuerdo fue reducido a cenizas, como Huber Matos.

Recientemente, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, dijo que Fidel Castro y sus ideales seguían vivos, recordando que él es el alfa y el omega de la Revolución Cubana y mientras su voz se mantenga viva no habrá cambios.

El resultado de las elecciones en Bolivia hace creer que Evo Morales podría ser quien logrará que su figura sea más grande que su partido político. Luego de que hace poco más de un año salió por un golpe de Estado, tras unas elecciones marcadas por el fraude; el MAS, partido en el que milita, regresó al poder. El eterno retorno del sueño latinoamericano.

Atrás de las palabras, falsamente humildes, según las cuales Morales regresará a su país para dedicarse a pequeños negocios agrícolas, el recién electo presidente, Luis Arce, estableció que todos son parte del Movimiento al Socialismo y que el movimiento es más grande que sus miembros.

No se requieren grandes estudios en semiótica para leer el entrelineado de Arce. No se pondrá a las órdenes de Morales ni será un florero de este hombre.

Esta reacción debe ser comprendida por otros líderes carismáticos, quienes —una vez terminado su periodo— encontrarán en sus propios correligionarios los más fuertes frenos.

 

POST SCRIPTUM

La mayoría de las naciones del mundo no logra concertar acciones para enfrentar no únicamente la pandemia de covid, sino las consecuencias económicas que traen para la población.

Los rebrotes, que se están volviendo una desgraciada realidad para naciones europeas y Estados Unidos, son un constante recuerdo de que no habrá nada parecido a la normalidad, entendida ésta como lo que se vivía en 2019, hasta que no se encuentre una vacuna o que los tratamientos médicos disminuyan sustancialmente la mortalidad del virus.

El FMI ha pedido a las naciones que no detengan la expansión en el gasto, puesto que parecería que el impacto económico negativo se extenderá mientras el tema económico no se solucione.

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