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Debates estériles

Kimberly Armengol

Kimberly Armengol

Rompe-cabezas

Dentro de nuestros debates absurdos contemporáneos, la Real Academia de la Lengua (RAE) dio luz acerca del lenguaje inclusivo.

La RAE, en conjunto con la Asociación de Academias de la Lengua Española, publicó el primer manual de estilo del idioma español. En el documento se considera innecesario el género neutro (mismo que no existe) y rechaza de forma contundente el lenguaje inclusivo que utiliza el “todas y todos” o “todes”, “tod@s” y “todxs”.

El director de la RAE, Darío Villanueva, explicó que el lenguaje inclusivo trata de confundir la gramática con el machismo. ¿No era tan obvio y claro? 

El llamado lenguaje incluyente también podría llamarse el “lenguaje acomplejado”. Muestra una profunda necesidad de llamar la atención y obtener reconocimiento.

¿Qué tipo de huellas de abandono debe tener una persona que cree que una lengua (de las más antiguas), se formó con la intención de dañar, cosificar y degradar a un cierto colectivo humano?

¿Usted imagina a los latinos, los griegos, árabes y sus lenguas (algunas muertas) conspirando para joder a los millennials, a las mujeres o a las niñas del siglo XXI?

Eleanor Roosevelt decía que nadie puede ofenderte sin tu permiso. Quienes exigen un lenguaje inclusivo desean sentirse ofendidos.

En lo personal, de ninguna manera considero que obtuve personalidad jurídica o notoriedad cuando Vicente Fox hacia llamados a “los ciudadanos y ciudadanas”. Sólo lo consideré una jocosidad más de un presidente muy particular. Era inimaginable que sería la punta del iceberg de un eterno debate.

No existe, al menos que yo conozca, ningún antecedente que muestre misoginia o cualquier trauma similar en los afluentes de nuestra lengua.

Lo que hay ahora es una sociedad acomplejada, llena de traumas e indignaciones ridículas. Llenos de resentimientos y “huellas emocionales”. Soñadores del “empoderamiento” (palabra que comienza a ser tóxica y que suena más a revanchismo).

Los defensores del lenguaje inclusivo afirman que no es una cuestión de género ni de inclusión, que no es moda ni tendencia en redes sociales, simplemente que es una cuestión de justicia social. Consideran que es machismo o pereza no hacer la mención en femenino como se utiliza en masculino.

Si realmente se piensa en promover la igualdad, el foco no debe estar en cuestiones cursis como el uso de letras. La verdadera igualdad se logra cuando se dejan de ver las diferencias de fondo, cuando se entiende que los seres humanos somos tan diversos como cada uno de nosotros; tan particulares como los que habitamos el planeta.

Quienes buscan la igualdad, a veces fomentan exactamente lo contrario, es decir, fraccionar y dividir al concentrase en lo que desune y no lo que nos hace miembros de un colectivo. En nombre de evitar la discriminación se ha caído en cualquier cantidad de excesos y abusos que están muy lejos de promover la igualdad o, por lo menos, pretenden la redefinición de ese concepto. Queriendo ser políticamente correctos nos hemos vuelto políticamente absurdos.

POST SCRIPTUM

En una entrevista para la BBC, la periodista colombiana Matilde Suescun argumentó que el anillo de compromiso es una forma de otorgar derecho de propiedad sobre una mujer y la coloca en una situación de inferioridad.

Los temas de igualdad de género y respeto no pasan por un análisis sociológico de los anillos de compromiso. En lo personal, adoro los vestidos, labiales y ¡los anillos! Y ninguno de estos objetos me hacen sentir cosificada o me convierte en propiedad de alguien. Como en todo debate: si a usted le ofende un anillo de compromiso simplemente no lo use, pero deje de joder a los demás

                Twitter: @kimarmengol

 

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