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Y sigue la mata dando...

Julio Faesler

Julio Faesler

 

En su conferencia matutina del 20 de octubre, el Presidente presentó algunos casos de escandalosa corrupción en fideicomisos, los cuales sirvieron para justificar su decisión unilateral de eliminar los 109 que operaban total o parcialmente con recursos públicos mexicanos y extranjeros. Podrían autocorregirse, pero al Presidente le interesaba exhibir casos vivos para aplicarles justicia. Las auditorías que el Presidente anunció se harían después. Los dineros de los fideicomisos juzgados sumariamente ante los selectos reporteros que asisten a las mañaneras pasaban al presupuesto federal. La orden de auditarlos se hizo mientras se aprobaba, simultáneamente, en un Senado con mayoría de Morena.

Quedaba ganado el tema. Se cumplió el objetivo principal, aparentemente.

Hoy día no se apagan las reacciones contrarias a este paso. El mismo Conacyt, una institución particularmente recortada, describió ante el Presidente programas científicos que quedan pendientes de atención. Al desamparo van a quedar centenares de fundaciones y entidades que se organizaron como fideicomisos para asegurar eficiencia en sus programas y control de sus recursos financieros. Las comunidades artísticas y académicas condenadas a ministraciones oficiales sujetas a la aprobación burocrática. Es ese su porvenir.

La crisis del agua, escenificada en la presa La Boquilla, en Delicias, Chihuahua, es otro caso que dibuja otro horizonte. La firme defensa de los agricultores del agua, necesaria para sus futuras cosechas, explicaba su oposición a que se abrieran las compuertas de la presa. Conagua, en un primer análisis y sin profundizar en soluciones, insistía en que la deuda de agua acumulada con EU, conforme al tratado de 1944, debía pagarse con las aguas de dicho embalse. 

Las tensiones se agravaron al plantarse el gobernador Corral en que no habrían de afectarse los cultivos de la región que mucho aportan a la economía del Estado. Sin detenerse a escuchar a los que más saben, el Presidente optó por intentar solucionar este problema enviando a la Guardia Nacional a soltar las aguas. La violencia resultante cobró la vida de una mujer. La firmeza de los norteños defendiendo chocó con la terquedad de AMLO y su visceral rechazo a todo lo que califica de neoliberal y adversario. A su ver, los enemigos eran millonarios que ponían su ambición por encima de la obligación de cumplir con el tratado y el interés de México. 

Por fin se llegó a una fórmula que, dentro del tratado, echó mano de fuentes de aguas alternativas para cubrir la deuda internacional, la cual desde el principio habían mencionado los agricultores y que satisfacía propósitos aparentemente contrarios.  El jueves 22, el Presidente se congratuló del arreglo que significó el “arduo trabajo” de vencer la “irresponsable actitud” de las autoridades de Chihuahua, de las familias y políticos que por acaparar el agua se oponían al tratado”.

En tono sumiso, López Obrador expresó desde su mañanera su profundo agradecimiento a Trump y a su secretario de Estado, Pompeo, la consideración y solidaridad con la que atendieron el penoso problema, y resaltó que EU se comprometió a ayudar a nuestro país en caso de sequía. Más digno le resultó al Presidente alabar a los norteamericanos que conversar con sus connacionales, a  quienes calificó de “antipatriotas” por oponerse a los intereses nacionales, pero cuya razón acabó por traducirse en el acuerdo final. 

Estos dos muy recientes asuntos confirman que el Presidente es, por estructura mental, incapaz de llamar a la unidad para solucionar cualquier problema. La desaparición inconsulta de los fideicomisos contra la opinión unánime de las comunidades afectadas, concentrando en la SHCP decisiones que encauzan el desarrollo nacional, marginando a los actores más profesionales o el uso de la Guardia Nacional para machacar un problema cuya solución a la postre dio la razón a la ciudadanía, prueban su terca intención de imponer su meta político-social a toda costa. Quien no coincida con su visión, se descalifica. Aparece, por primera vez, el miedo a la autoridad. Las elecciones de 2021. Son de extrema importancia. Hay, en todo el mundo, una crisis de confianza en los gobiernos. Aquí veremos si los partidos pueden proponer un plan congruente y unificador, con soluciones prácticas a los insuprimibles reclamos populares.

López Obrador está encerrado en su visión muy típica de un siglo XX que ya pasó. Cree curar las enfermedades que nos aquejan con medicinas gastadas que la juventud no entiende. Debe ponerse al día. Abrirse a nuevas recetas que se ensayan en otros lares. Dejar utopías que sólo frustran.

 

 

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