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Nueva política

Juan José Rodríguez Prats

Juan José Rodríguez Prats

Política de principios

                Los soñadores han abierto los ojos

                y el mundo está peor

                Ciprián Cabrera Jasso

 

La vida pública consiste en concebir propuestas que permitan el consenso. Es decir, principios y fines que replieguen intereses individuales y coadyuven a sumar esfuerzos colectivos. Hace más de 100 años, José Ortega y Gasset escribió:

La política es tanto obra del pensamiento como obra de voluntad, no basta con que unas ideas pasen galopando por una cabeza; es menester que socialmente se realicen, y para ello se pongan resueltamente a su servicio las energías más decididas de anchos grupos sociales.

¡Proyecto de nación! ¡Cambio de régimen! Entelequias, no significan nada. Son palabras rimbombantes, huecas de significado utilizadas por inercia. Prefiero hablar de nueva política, que requiere, parafraseando al poeta Jaime Sabines, palabras claras y corazón resuelto. Que remite a la cultura para enaltecer la tan degradada profesión que es, en esencia, servicio público, persecución del bien común, asunción y cumplimiento de deberes.

Algún día venceremos esta pandemia que muchas repercusiones tendrá. No será un regreso al cero, pero sí una pulsión por hacer un objetivo inventario de la mejor forma de organizar la sociedad mediante el Estado. Algo aflora. No podemos seguir haciendo la misma política que una y otra vez ha arrojado paupérrimos resultados.

Mucho se habla de las siete décadas del presidencialismo exacerbado y el partido hegemónico que a su vez arrastraba lastres del porfiriato e inclusive del largo periodo colonial. Nuestra transición hacia la democracia careció de una pedagogía política o de una especie de religión cívica, para utilizar la expresión de Rousseau, que generara actitudes y conductas diferentes y acordes con los valores de la democracia y a lo que prescribe la nueva normatividad jurídica. Obviamente, el desajuste fue brutal. Perdió la reforma y el retroceso es notorio.

No se trata de inventar. Demasiadas experiencias ha tenido la humanidad para que ahora el inmovilismo nos arrincone en la duda de no saber qué hacer. Les relato una experiencia reciente. En Tabasco creamos un Frente Amplio integrado por políticos de todos los partidos y empresarios. He aquí algunas de nuestras proclamas.

A pesar de que nos conocemos, nos apreciamos. Hemos alcanzado una relación amistosa madura. No se trata de reunirnos para reclamarnos unos a otros agravios pasados, sino de fijar metas comunes que nos permitan llegar a acuerdos. Todos somos responsables de lo que ha acontecido. Estamos ante una realidad tremendamente compleja y difícil. Enfrentémosla con realismo y responsabilidad. Desde luego que se trata de obtener triunfos electorales, pero sin postular candidatos únicamente por ser competitivos. El reto es encontrar personas que se aproximen al perfil que cada cargo requiere.

La política es un asunto de ideas. Expongámoslas con congruencia y accesibilidad. Propiciemos un ambiente de civilidad, argumentación inteligente y tolerante. Insistamos en los principios que están al inicio y también al final, pues nunca se agotan en su ejercicio. ¿Es idealista? Sin duda. La política nos obliga a optimizar nuestros propósitos. Evitemos la politiquería, bien definida por Rodrigo Borja:

¿Por qué preocuparse del mañana si el futuro no aplaude? La politiquería es vacuidad intrigante. Nada con que pelear, pero muchos con quien pelear. El pleito estéril sin causa. Carecer de ideas, pero maquilar mil intrigas diarias.

Todas las transiciones exitosas han sido consecuentes con la preeminencia del interés nacional. Siempre es factible elegir la mejor opción y si las circunstancias son apremiantes, la menos mala. Hoy el objetivo es claro y se impone con una evidencia monumental: defender el Estado de derecho. Cumplir la ley. Restaurar la confianza y credibilidad de las instituciones. Esa es la nueva política.

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