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¡Viva Arturo Márquez!

Juan Carlos Talavera

Juan Carlos Talavera

Vórtice

 

Si hay algo en el mundo que me produce felicidad es la música de Arturo Márquez (1950), el compositor nacido en Álamos, Sonora, quien alguna vez soñó con ser pianista y que, al llegar tarde a la cita, se convirtió en uno de los compositores que mejor definen el alma mexicana de nuestro tiempo.

Lo menciono porque mañana cumple 70 años y la única manera de celebrarlo será al escuchar las grabaciones que tengamos en casa o en plataformas como Spotify, YouTube o iTunes, ya que Alejandra Frausto y Lucina Jiménez olvidaron organizar un homenaje digital para festejar al creador que ha dado más lustre y gloria al nombre de México, por encima de cualquier funcionario de la cultura del siglo XXI.

Es claro que no hubo tiempo, recursos, imaginación ni energía para organizar una grabación especial o un streaming con alguna de sus agrupaciones. Dirán que no hubo oportunidad porque fueron bomberos de tiempo completo en año de pandemia, pero tuvieron infinitas posibilidades entre el semáforo amarillo y los múltiples tonos de naranja.

No importa que quieran convencernos de que han trabajado en los últimos nueve meses por el bien de la cultura y que miren a la cámara y se ajusten el esparadrapo de la mentira, porque sabemos que hicieron de esta pandemia la mejor beca. Es una pena que no hayan aprovechado este ingrato 2020 para hacer de la música de Arturo Márquez un bálsamo para los niños y jóvenes de México.

Márquez tuvo un padre violinista que tocaba en un mariachi y vivió parte de su infancia en la ciudad de Los Ángeles,
California. Retornó a los 17 años a Navojoa, Sonora, y después estudió en el Conservatorio Nacional de Música con maestros como Carlos Barajas y José Luis Alcaraz.

En los últimos 25 años ha entregado obras imprescindibles para las salas de concierto de todo el mundo. Su Danzón No. 2 lo escribió a inicios de 1994, bajo la zozobra del levantamiento del EZLN e inmerso en el baile de salón.

Me inclino más por su Conga del Fuego Nuevo (https://bit.ly/37ud3DV), una creación llena de sensualidad que invita a la fiesta y que, en un ejercicio abstracto, recrea los latidos del corazón, con la adrenalina que exigen los ritmos afrocubanos.

Por ahora me quedo con la grabación de la Orquesta Juvenil Simón Bolívar, bajo la batuta del venezolano Gustavo Dudamel, pero hay muchas piezas que podrían ser un regalo en este periodo de fiestas sin fiesta. Ahí está también su Danzón No. 1, el Son a Tamayo para arpa y percusiones, Alas (a Malala), la Danza de Mediodía o el Concierto de otoño para trompeta. Elija usted la que prefiera.

APUNTE EFÍMERO

Hace algunos días supimos que el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán (Macay) vive un momento de incertidumbre presupuestal y de posible extinción, dado que las autoridades locales suspendieron la aportación de 9.8 mdp para su operación anual, como reportó Excélsior (03/12/2020).

Ayer charlé del tema con Rafael Pérez y Pérez, director del Macay, quien tuvo una reunión con la secretaria de Gobierno local, María Fritz, y la titular de Cultura del estado, Erica Millet. Ellas le prometieron dos millones de pesos para el primer semestre de 2021 y dos millones más para el resto del año, mientras que el presidente municipal de Mérida, Renán Barrera, apoyará con un millón de pesos. Ojalá cumplan.

Pero la preocupación no termina aquí, dado que al propio titular del museo le inquieta que esta “solución” sea una salida política con miras a las elecciones de junio próximo. Así que el clima se mantiene adverso y, en los próximos días, otros museos y la Orquesta Sinfónica de Yucatán (OSY) deberán explorar sus propias alternativas para financiarse.

 

*Aviso parroquial

Con motivo de las fechas decembrinas, esta columna tomará un receso y volverá el sábado 9 de enero. Les dejo mis mejores deseos. ¡Felicidades!

 

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