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Vacuna contra la miopía

Juan Carlos Talavera

Juan Carlos Talavera

Vórtice

El funcionario de la cultura también sucumbe al canto de las sirenas con aspecto de megaproyecto. Ahí está la triste Estela de Luz, las inacabadas bibliotecas Vasconcelos y de la Ciudadela, la polémica renovación de la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, el olvidado Espacio Escultórico del Desierto, el faraónico Museo del Barroco y el fallido Museo de Museos que derivó en la inhabilitación de la extitular María Cristina García Cepeda, Maraki. Esperemos que el caso no termine con una disculpa de papel.

Las sirenas cantan y por eso no sorprende la asignación de tres mil 508 millones de pesos del PEF 2021 al Proyecto Chapultepec. Otros preferirían que esos recursos públicos se destinaran a contener los golpes de la crisis que ha provocado la pandemia en la industria editorial, del disco clásico y en la actividad cultural en general. Pero la decisión unilateral de los funcionarios sólo demuestra una realidad: el edredón presupuestal es más como la frazada de Linus (personaje de Charles M. Schulz), una manta de seguridad delgada que alguien arrastra por todas partes.

Ojalá la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, y sus asesores hubieran echado un vistazo a las iniciativas culturales de otros países en la pandemia, como las que enlista la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).

Me habría gustado que propusieran algo similar al Campus Virtual de Acción Cultural de Paraguay, una plataforma que ofrece, gratuitamente, a los trabajadores culturales un espacio para desarrollar sesiones, cursos o talleres en vivo, y les permite cobrar o recibir donaciones mediante tarjetas de crédito, depósitos en billeteras electrónicas o transferencias bancarias. No sé qué tal funcione, pero pudo ser de mucha utilidad.

O como el Catálogo Nacional Virtual de Artesanía, también de Paraguay, o el portal del Gran Teatro Nacional del Perú por internet, con una oferta de teatro, ópera, ballet, conciertos sinfónicos y eventos corales en alta resolución.

Quizá Frausto insista en las bondades de la plataforma Contigo en la Distancia, ese laberinto con 10 mil contenidos artísticos que, dicen, ha recibido 3.5 millones de visitas, y donde sí hay algunos contenidos interesantes, pero no los que mencionó la funcionaria en su penosa comparecencia ante diputados, al afirmar que se pueden hacer recorridos virtuales a zonas arqueológicas.

Suena bien, pero si usted intenta recorrer Mitla (Oaxaca), sólo hallará 11 fotografías colgadas en la página https://bit.ly/3nMbsib. Si entra a La Quemada (Zacatecas) sólo habrá un video de 60 segundos con 15 fotografías en movimiento https://bit.ly/3pNUeTq. Lo mismo para Chichén Itzá y otros más. Y si revisara los cursos y talleres, descubriría lecturas en voz alta, charlas y tutoriales grabados de forma casera y de variopinta calidad. Quizá por eso ni aportaron el link directo a la OEI.

Dicen que no seamos pesimistas, pero, mientras esperamos la vacuna que romperá el reinado del covid-19, el año terminará con una industria editorial golpeada, sin fondos para ferias y festivales y una comunidad artística independiente frágil y desencantada. A esto hay que agregar lo que ayer informó el Inegi: “En 2019, la contribución del sector de la cultura a la economía del país fue del 3.1% de PIB, ubicada como la menor aportación desde su medición, en 2008”.

En fin, sólo queda resignarnos al retintín de los proyectos prioritarios, de Chapultepec-Los Pinos hasta las conmemoraciones en 2021, el Museo de Santa Lucía, el Paseo de las Heroínas, las lenguas indígenas, la cocina tradicional y el eco de la montaña que presumirá milpas, semilleros y jolgorios que ya mueren de inanición. Ojalá también hubiera una vacuna contra la miopía para quienes administran la cultura en México.

 

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